Por Mary Gaby Hubard
Cartier, lleva 30 años fabricando gafas, perfeccionando sus técnicas, demostrando su creatividad y reafirmando el lujo y calidad que caracterizan a la marca. Es una de las pocas Maisons que tienen su propia manufactura.
En 1983 la casa de manufactura de Cartier ubicada en Joinville-Le-Pont, cerca de París lanzó sus primeros modelos, Must y Vendôme. Hoy, se han trasladado a Sucy-en-Brie a un edificio ultramoderno en el que se agrupan los oficios especializados en la fabricación de gafas.
Todo el proceso, comienza con una maqueta o dibujo que se convierte en una especie de escultura, un diseño en 3D que es la base para la elaboración de cualquier modelo. Posteriormente, se hace el trabajo del metal en el que se martilla para después cortarlo y retirar el exceso.
En cada paso se puede apreciar la especialización con la que la marca elabora las gafas, para cumplir con los niveles de exigencia de Cartier.
Ya que se tiene el metal trabajado, se trata la superficie con un diamante, para que quede perfecto. Éste es un proceso poco frecuente en la fabricación de gafas. Después, se sueldan a mano, se pulen y se marcan, como sello de garantía. Cada paso es elemental en el proceso.
Finalmente, con la galvanoplastia se deposita una capa de metal precioso. Se realiza el ensamblaje, montaje y ajuste a mano. Y como si todos los pasos anteriores no fueran suficientes para garantizar el control de calidad se realizan 25 tests, que aseguran que no haya fallas en el producto.
¿Alguna vez se imaginaron que existiera tanto trabajo detrás de un par de lentes?
Twitter: @MGHUBARD