Hay muchos escritores de canciones en el mundo, pero la realidad es que no muchos cuentan con un sentido de narrativa tan cuidado como Jens Lekman hoy en día. Descendiente de otros virtuosos como Stephin Merritt o Stuart Murdoch, Lekman ha hecho música desde su natal Suecia desde hace quince años y, conforme pasa el tiempo, ha pulido su manera de contar historias al oído.
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Porque al final ahí radica mucho de su encanto. Además de ser un perfecto arquitecto del pop más conmovedor de los últimos años, lo valioso es la manera en que su cerebro trabaja para crear historias llenas de personajes y situaciones cercanas al escucha. Más que un artista de la música, Lekman es un cuenta cuentos. Más que canciones, su obra son pequeños relatos que se acercan más a un libro que a un disco en forma.
Después de “I Know What Love Isn’t” (su disco más personal hasta la fecha), “Life Will See You Now” aparece como un regreso formal a sus mejores momentos, como un recordatorio de por qué “Night Falls Over Kortedala” es un hito contemporáneo y por qué uno extraña tanto a su autor cuando no está activo. Como una película de Richard Curtis o un libro de Nick Hornby, las historias de Lekman son pequeños trozos de vida fáciles de imaginar y todavía más sencillos de reconocer.
De ahí que “Life Will See You Now” sea un triunfo. Sus narraciones: la emoción de una historia de amor, el miedo a la primera pelea en una relación, la romántica incertidumbre, el recuerdo de un perfume, la tristeza de no saber cómo expresar cariño, el empeño en descubrir quiénes somos y por qué estamos aquí y, como él mismo lo dice, “los puentes que cruzamos y cómo se queman detrás de nosotros”. Una vida fragmentada en espontáneos momentos.
Cada canción es un pequeño tesoro de pop escandinavo y al mismo tiempo un divertido relato que invita a la diversión y a la reflexión. En un mundo cada vez más caótico es bienvenido un disco que nos recuerde lo más simple de la existencia: que no somos otra cosa sino un conjunto de recuerdos y un depósito de emociones. Y hay que detenernos a apreciarlo.
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