Por Mary Gaby Hubard
El Museo de Arte Moderno de Nueva York, considerado como uno de los mejores del mundo, lleva varios meses dando mucho de qué hablar.
La decisiones de su actual director, Glenn D. Lowry, han sucitado una serie de críticas bastante severas entre todos los involucrados en el mundo del arte. En los años en los que él ha estado a cargo, se duplicó el tamaño del museo, la entrada triplicó su precio, y el flujo de visitas es tres veces mayor.
La crítica más fuerte a Lowry es por la expansión que está haciendo del museo (es la segunda en tan solo una década). Con ésta, pretende agrandar el lobby y abrir el primer piso del museo a todo el público para utilizarlo como una especie de galería y espacio abierto para performances y eventos especiales. La expansión terminará entre 2018 y 2019 y el MoMa tendrá 3,700 metros cuadrados de construcción en total.
Lo que el director denominó como un “Art Bay” será el nuevo espacio del MoMa, que para muchos no es más que un indicio del perfil extremadamente comercial al que el Sr. Lowry ha venido apuntando en sus últimos años a cargo del museo.
Críticos de arte, artistas, arquitectos y coleccionistas se quejan de este movimiento, argumentando que el MoMa parecerá más un centro comercial que un museo.
Pero esto no es todo, el problema también es que de la mano de esta expansión viene la demolición del American Folk Art Museum (que inauguraron hace 13 años), que el MoMa adquirió hace un par de años. Su intención inicial era integrar estos dos espacios, pero ahora lo demolerán por completo para utilizarlo como su “Art Bay”.
Twitter: @MGHUBARD