Por Graciela Miramontes
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Fue en 1999 –y mucho antes de que Valentino Garavani anunciara su retiro– que la historia entre Maria Grazia Chiuri, Pierpaolo Piccioli y el diseñador, comenzó. Tras estudiar en el Instituto Europeo di Design (en Roma) el par se reencontró cuando ambos trabajaban en el estudio de Fendi y luego de hacer un click en términos creativos, aportaron increíbles piezas a la línea de accesorios de la firma italiana.
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Dicho trabajo los puso en la mira de Valentino, quien de inmediato, los invitó a trabajar con él para diseñar accesorios. Su habilidad de reinterpretar la alta costura, que por años caracterizó a la marca, le dio un refresh total a la visión de la maison.
En 2007, el mundo de la moda se vio sacudido por una de las noticias más importantes de su historia: el gran Valentino anunció su retiro a la cabeza de la firma y durante dos temporadas (ready-to-wear y pre-fall) Alessandra Facchinetti estuvo a cargo. Luego de que Valentino le dijera adiós a la diseñadora, cedió el cargo al inigualable par. La mujer acostumbrada a suntuosos vestidos de gala en el característico rojo, daba un paso hacia el futuro. Y para su primer colección (couture 2009) tocaron base con una colección inspirada en las raíces de la maison. 
La siguiente colección diseñada por el par mantuvo una línea prudente y apegada a la esencia. Pero para el show de fall couture (del mismo año) comenzaron un affair con el encaje, que perdura hasta estos días. Para editores y fashionistas, la nueva propuesta resultó un claro nuevo aire, con una visión que prometía dejar atrás lo tradicional.
A partir de 2011 empezó la revolución y la introducción de increíbles estampados y siluetas. Dejaban en claro que la chica Valentino, se había modernizado. Minivestidos, transparencias, cuero, colores pastel y estoperoles, se apoderaron de las pasarelas.
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Para fortuna de Maria Grazia y Pierpaolo, el boom digital ayudó a la viralidad de sus plataformas, para dar a conocer su nuevo mensaje al mundo. Los fotógrafos de streetstyle y las bloggueras amantes de Instagram, hicieron de sus colecciones un objeto de deseo.
Tenis, tacones y tiaras en el pelo
Dos pruebas fieles de su expertise en el diseño de accesorios se ubican en el terreno del calzado: luego del éxito de las zapatillas ‘Rockstud’, llegaron los ‘Rockrunner’ para cumplir las fantasías de las amantes del look sporty. De pronto, pagar $1,245 dólares por un par de tenis, pasó a ser una necesidad más que un deseo.
Cinco años se dicen fácil, pero si echamos ojo a la revolución que provocó este duo sobre las pasarelas, nos daremos cuenta de que hemos visto de todo. Seguramente, Mr. Garavani jamás se imaginó que sus modelos usarían vestidos (literalmente) transparentes, con monos araña trepando sobre sus faldas. Mucho menos, que una galaxia entera adornara sus prendas o que las botas vaqueras, se volverían un must en el armario de las trendsetters del mundo.
A partir del año pasado, Valentino ha contado historias fantásticas a través de sus exquisitas confecciones. La firma que en alguna ocasión, fue considerada para mujeres mayores, ha redefinido la forma de hacer moda. Hoy, todas soñamos con tener un armario lleno de tacones, sandalias, slippers y tenis con el sello de la maison. Y tal y como si fueran un par de genios (que salen de la lámpara maravillosa) nos emocionamos cuando las luces se encienden sobre su pasarela.
Vestidos cubiertos de lentejuelas –de inspiración Art Deco– tiaras florales, camuflaje o botas a la rodilla, te transportan a un bosque o al espacio en cuestión de segundos. Nuevamente, Valentino ha creado un nuevo nicho para satisfacer a las más exigentes, que no temen hacer una verdadera declaración de estilo propio y proyectar mucha rebeldía.
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