A medida que nos vamos acercando a la semana del arte de la Ciudad de México (la primera semana de febrero), vale la pena reflexionar sobre el papel que juega el coleccionismo de arte en la industria cultural del país.
Según el Observatorio Iberoamericano de Cultura, estas industrias son las que combinan la creación, la producción y la comercialización de contenidos creativos que sean intangibles y de naturaleza cultural. Sin embargo, también se debe incluir en esta categoría a la producción y comercialización de bienes tangibles como las obras de arte, mismas que forman parte fundamental en el mercado del arte, inherentemente vinculado a la cultura.
Los jugadores clave de la industria cultural son artistas, curadores, gestores culturales, críticos, divulgadores, galeristas, art dealers y art advisors, funcionarixs públicos relacionados con programas de educación artística y cultural, los estudiantes que cursan cualquier grado de enseñanza relacionado con el arte, personas en el ámbito institucional (museos e iniciativas públicas y privadas), museógrafos.
En fin, una gran cantidad de agentes que intervienen en el desarrollo de una sólida escena del arte como la tenemos en México. Todas las personas participantes del ámbito artístico nacional e internacional no podríamos (co)existir sin la presencia de los coleccionistas.
La historia del coleccionismo de arte
El coleccionismo y el mecenazgo, si bien se considera que iniciaron desde los momentos cumbre de las culturas egipcia y griega, su florecimiento y adaptación a la forma de coleccionar arte que tenemos actualmente se dio en el siglo XVIII, tras el Renacimiento y la Ilustración.
Algunos de los coleccionistas y mecenas más emblemáticos de la historia son los Medici, de quienes algunas de sus piezas podemos encontrar en la Galería Uffizi, en Florencia, Italia. El surgimiento de los grandes museos y los salones (como el de París), así como de las ferias mundiales, fueron también acontecimientos catalizadores para el comercio de arte global.
Posteriormente, las personas coleccionistas fueron definiendo sus estilos, promoviendo una “profesionalización” del coleccionismo de arte, llevando relación e inventario de todo su acervo, estableciendo vínculos con museos para préstamos de obras y donativos (en capital y en especie) y fomentando la creación de residencias artísticas, una nueva forma de ejercer el mecenazgo.
Para cada artista, sea emergente, de carrera media o consolidada, la venta de sus obras es básica para poder continuar su producción, así de sencillo; es fundamental para seguir alimentando esos mecanismos y engranes de los cuales dependen económicamente millones de personas a lo ancho del mundo. Cada vez que se vende una pieza, a manos privadas o institucionales, se da la oportunidad a personas creadoras de seguir produciendo y experimentando, de continuar explorando medios para encontrar o afianzar su voz.
A través del arte se han reforzado mensajes que han logrado profundas transformaciones sociales, aunque las obras que lo hayan logrado no hayan hecho referencia directa o literal, al fenómeno o situación que se denunciaba. Ese es uno de los tantos “poderes” del arte.
El coleccionismo en LATAM
Una de las coleccionistas de arte latinoamericano más relevantes es Ella Fontanals Cisneros, creadora de CIFO, The Cisneros Fontanals Art Foundation, la cual promueve el diálogo educativo y el entendimiento cultural entre artistas latinos alrededor del mundo, según lo que se expresa en su cuenta de Instagram @cifoart .
Ella, a través de sus videos hace gran hincapié sobre la importancia de coleccionar obras de artistas de nuestra generación, esto con la finalidad de apoyarlos en sus procesos emergentes y que, a su vez, estas piezas (y nuestro acervo) vaya creciendo con ellxs, no sólo en valor, sino en prestigio. “El arte no adorna paredes, eleva el espíritu con la belleza de lo que somos capaces de crear”, expresa Fontanals Cisneros.
¿Cómo podemos empezar a coleccionar o fomentar el coleccionismo? Es sencillo, en vez de comprar objetos decorativos en mueblerías o electrodomésticos para eventos especiales como bodas, cumpleaños o regalos institucionales, ubiquemos espacios que vendan obras de creadores emergentes y regalemos piezas únicas, regalemos arte.
Compremos arte para nosotrxs, hagamos más reflexivos y profundos los espacios que habitamos con obras que expresen emociones, sentimientos, así como ideas complejas. Disfrutemos de la contemplación, además de saber que estamos marcando una diferencia en la vida de esas osadas personas que deciden vivir de su producción artística, luchando por un sueño, el cual al final, nos beneficiará a todxs.
Un mundo con más arte es más sensible, más empático, más humano, es una gran forma de escapar de la pesadilla tecnológica a la que nos enfrentamos a diario.
¿Has comprado arte recientemente? ¿Consumes arte regularmente? Recuerda que el coleccionismo “joven” no tiene que ver con la edad del coleccionista, sino con el momento o etapa de su vida en la que decide empezar.
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