La historia del pozole, el plato de septiembre, y por qué lo comemos en fiestas patrias

Si te hicieras la pregunta de por qué comemos este plato el 15 de septiembre, seguro dirías que es la tradición mexicana o incluso la costumbre familiar. Sin embargo, detrás de esta decisión parece haber una razón asociada a la singular receta que se ha vuelto protagonista de este mes. Sin importar si lo prefieres rojo, blanco, o verde (según la región del país), el pozole es casi igual a fiestas patrias, así que te decimos cómo lo volvimos parte fundamental de la noche más mexicana del año.

Primero un poco de historia: ¿cómo surgió el pozole?

Este platillo tiene su origen en la época prehispánica, tanto que la propia palabra proviene del náhuatl “pozolli”, y significa espumoso. Según los historiadores, su preparación se asocia a una ceremonia de ofrenda a los dioses, por lo que se hacía con agua, maíz cacahuacintle y carne humana. Incluso, Fray Bernardino de Sahagún relata en sus crónicas cómo se preparaba este ritual que incluía un sacrificio y el plato destinado únicamente a los sacerdotes.

Luego, ya en la Nueva España y con la llegada del cerdo a América, los frailes cambiaron la proteína por esta carne del cerdo, además de agregar especias y hasta la cebolla. Así nació el plato que conocemos, aunque se ha modificado según la región del país: en Guerrero hay blanco y verde, este último hecho con pepita de calabaza, aguacate y sardina. En Nayarit se le suma camarón, y en Sinaloa y Jalisco es de color rojo gracia al chile que se le agrega.

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¿Por qué lo comemos en fiestas patrias?

Hay varias teorías al respecto. Una es que tras la revolución tomó auge como uno de los platos regionales que daba identidad nacional, sobre todo por reunir el ingrediente más emblemático del país: el maíz. Otra teoría dice que tradicionalmente solo se consumía hacia septiembre porque es la fecha de cosecha del cacahuacintle. Y una más habla del mestizaje que representa el platillo: la mezcla del saber indígena en el maíz con el aporte español a través del caldo y la carne.

Finalmente hay una teoría que habla de los colores: al ser un plato que lo mismo puede ser verde, blanco o rojo, se le ha asociado rápidamente con la bandera, justo como sucede con el famoso chile en nogada, solo que en el caso de este, le falta el elemento tan mexicano como el maíz para que sea motivo de la fiesta mexicana. Incluso, en los acompañamientos puede hacerse la tonalidad tricolor gracias a la lechuga, el rábano y el propio tono blanco de los granos.