La historia de Frodo, el gato de “Un lugar en silencio: Día uno”

Este fin de semana se estrena la película Un lugar en silencio: Día uno, una precuela de las cintas en las que alienígenas han invadido la Tierra y se encargan de matar a todo aquel que haga el mínimo ruido. Pero en esta nueva entrega, hay un personaje que se está robando la atención (y la historia): Frodo, un gato que ayuda a la protagonista mientras se desata la invasión extraterrestre. Te contamos todo sobre este michi y la historia de los dos gatos que se necesitaron para interpretarlo.

De qué trata Un lugar en silencio: Día uno

Empecemos por la sinopsis de la cinta. En esta historia protagonizada por Lupita Nyong’o, vamos a descubrir cómo fue que se dio el apocalipsis extraterrestre. Sam (Nyong’o), que es una mujer sordomuda, vive en Nueva York junto a su gato Frodo, justo a la llegada de los invasores. A partir de ahí debe hacer equipo con desconocidos para poder sobrevivir. Y por supuesto, nunca perder de vista a su gato.

Además, de Nyong’o, el cast lo completan Djimon Hounsou, Alex Wolff y Joseph Quinn, dirigidos por Michael Sarnoski. Ah, y dos gatos que alternaban escenas para dar vida a Frodo: Schintzel y Nico.

Cuál es la historia del gato

En la cinta, Frodo sirve de compañero a Sam. Para interpretarlo, el director recurrió a una empresa de adiestramiento animal para que le presentaran opciones de felinos, ya que no quería usar un animal creado con efectos, sino uno de verdad. Así fue como conoció a Schintzel y Nico, los dos michis que alternan para hacer el papel de la mascota.

Antes de iniciar las grabaciones, los actores se tuvieron que familiarizar con los dos gatos para transmitirles confianza. El resultado, según relató el director, fue que no se asustaran durante las escenas ni cuando los cargaban, por lo que se volvieron unos grandes actores.

Pero estos dos felinos también ayudaron a Nyong’o, quien confesó a diversos medios que tenía miedo a los gatos antes de esta cinta. Para superarlo, tuvo que tomar terapia con animales, pues ni siquiera podía tocar un gato antes de hacer esta película. Afortunadamente, lo logró, y el contacto con Schintzel y Nico la llevó también a superar un mal momento personal cuando filmaba la cinta, y a adoptar su propio gato: uno color amarillo que conoció en un albergue en Los Angeles, al que llamó Yoyo.

De los dos gatos que dieron vida a Frodo, Schintzel se ha vuelto ya un personaje de redes sociales. Además, ha desfilado por algunas alfombras rojas y hasta ha dado entrevistas.