Recientemente, ante la mirada atónita de los visitantes a la apertura de la exposición ¿Quién soy yo? del artista Ai Weiwei, su pieza “Cubo de porcelana” fue atacada y hecha trizas por un ya conocido “destructor” de arte que, según el curador de la muestra, Arturo Galansino realiza sus fechorías en la zona de Florencia.
Este hombre checo de cincuenta y tantos años, se suma a la penosa lista de notables agresores del arte. Si bien, por el mero sentido noticioso sería importante mencionar el nombre de este individuo, en este texto no mencionaré a ninguna de las personas o colectivos que han dañado intencionalmente obras de arte irremplazables, pues la finalidad no es darles publicidad, sino mencionar sus atentados hacia el legado cultural de la humanidad.
Lo que pasó con la escultura de Ai Weiwei y otras destrucciones de obras de arte
La escultura de Ai Weiwei en el Palazzo Fava de Bolonia en Italia fue reducida a pedazos y después de que el personal del recinto sometió al responsable, se ha mencionado que será reemplazada por una réplica de tamaño real, incluyendo una ficha en la que se narrará este penoso incidente, con una reflexión acerca de este asunto.
No podemos obviar, en recientes ataques realizados dentro de museos, la de lxs activistas quienes volvieron a arrojar sopa sobre dos pinturas de la serie “Los girasoles” de Van Gogh, en la National Gallery de Londres. Esto ocurrió momentos después de la sentencia de 20 años de prisión a dos mujeres, quienes hace un par de años hicieron lo mismo con otras obras en el mismo museo, en las que afortunadamente la pintura no fue afectada, sólo los marcos, siendo de cualquier modo un daño bastante caro (valuado en más de 10 mil libras).
Otro infame ataque al arte, pero en la calle, fue el incendio provocado que sufrió la obra “La Venus de los trapos” instalada en una plaza pública en Nápoles, como parte de una serie de intervenciones al espacio público en la que su creador, Michelangelo Pistoletto, participó. Tras solo dos semanas de haber sido colocada, la pieza fue quemada por una persona, presuntamente con problemas mentales, en situación de calle (de acuerdo con las autoridades locales). Meses después, la Venus resurgió en una nueva locación de la misma ciudad italiana, pero en la Plaza del Ayuntamiento, donde permaneció algunos meses.
Un empresario millonario fue también causante de una tragedia para el legado del patrimonio mexicano, cuando decidió destruir un dibujo atribuido a Frida Kahlo para crear en su lugar (una vez destruida la obra), 10,000 piezas digitales en el formato NFT. La triste historia detrás de esto fue, además de la irreversibilidad de una decisión tan absurda, que aunque el dibujo tenía un valor estimado de más de 10 millones de dólares, los NFTs que pretendía vender el “audaz” hombre de negocios a raíz de este hecho resultaron un fracaso, logrando comercializar muy pocos.
Y ya que abordamos la destrucción voluntaria de obras de arte, no podemos dejar fuera ese infame momento en el que el cuadro de Banksy “Niña con globo” fue subastado por Sotheby’s para que en el momento del cierre de su venta en 1.2 millones de euros, una trituradora ubicada en el marco, activada por control remoto, destruyera la mitad de la pieza, ante la mirada de los espectadores, quienes no daban crédito de lo que estaba pasando. El comprador decidió continuar con la adquisición de la obra, y tres años después, con la plusvalía atraída por su relevancia histórica y su rareza, se revendió en casi 19 millones de libras.
Ardides publicitarios, negocios que salen mal, activismo que trata de detener la destrucción por medio de más destrucción, arranques de locura en espacios públicos y privados, son sólo algunas de las motivaciones que han llevado (o al menos lo han intentado), a destruir el arte.
¿Qué opinas sobre esto, te parece válido el buscar destruir arte para comunicar mensajes? ¿No estaremos buscando destruir parte del espíritu humano inherentemente relacionada con la creatividad y el arte? ¿No es esto el reflejo de un profundo desdén a lo que nos hace humanos?
Debe estar conectado para enviar un comentario.