Enfrentar la muerte nunca es fácil, pero hay quienes tienen que hacerlo todos los días. Bronnie Ware era una enfermera de cuidados paliativos que veía a personas que usualmente estaban muy cercanas a la muerte.
Durante ese tiempo, Ware le preguntó a sus pacientes (quienes muchas veces eran sus amigos) si se arrepentían de algo. Es común escuchar que la gente diga que no se arrepiente de nada, prefiere vivir convencida de que no hay nada que hubieran hecho diferente, pero para sorpresa de ella, hay cinco cosas en común que muchas personas decían, mismas que desarrolló a profundidad en su libro The Top Five Regrets of the Dying.
Ojalá hubiera tenido el coraje para vivir una vida auténtica, no la vida que otros esperaban de mí.
Ojalá no hubiera trabajado tanto.
Me hubiera gustado tener el coraje de expresar mis sentimientos.
Me hubiera gustado mantener contacto con mis amigos.
Ojalá me hubiera permitido ser más feliz.
Estos cinco arrepentimientos nos llenan de una angustia por una vida que ya pasó, por una frase que últimamente se escucha mucho: “éramos felices y no lo sabíamos”. Esta idea de que el tiempo pasado fue mejor, que se trata de algo imposible de recuperar.
Para los pacientes de Bronnie Ware tal vez era mucho más real, se trata de personas que se encontraban en su lecho de muerte, que habían perdido a sus amigos con el tiempo, cuyos familiares habían muerto o que no tenían otra oportunidad para hacer lo que realmente amaban.
Los arrepentimientos de las personas que nos dejan sirven de precaución para nuestras futuras decisiones. Podemos seguir con nuestra vida como siempre, dejar que las prisas y las metas (que usualmente son económicas o en busca de prestigio) dicten nuestra vida o podemos analizar qué es lo que realmente importa, a quiénes queremos (de vuelta) en nuestra vida y cómo esperamos pasar el resto de nuestros años en este plano.
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