Mirando las cosas en retrospectiva es difícil entender por qué hacíamos o decíamos ciertas cosas. Al terminar la primera década del siglo XXI había una gran batalla por nombrar al músico más importante de dicha época: el ganador para muchos fue Jack White.
Hoy es mucho más fácil refutar eso, hablar de Jay-Z, Kanye West e incluso Daddy Yankee (me inclino más a el último, pues el reaggeton se ha comido a casi todos los géneros habidos y por haber), pero hace una década el rock mantenía su hegemonía y aunque los pilares ya cimbraban anunciando su eventual caída, los medios especializados ponían a Jack White como la voz (¿o la guitarra?) que sí salvó al género.
Desde el fin de esa década muchas cosas cambiaron, pero en 2007, cuando The White Stripes publicó Icky Thump, el mundo volvió a ver al rock como un género en el que aún pasaban cosas interesantes. Ese fue el último aliento de una banda que nos reafirmó que a veces no se necesita más que una guitarra y una batería para hacer cosas increíbles, pero claro, Icky Thump es mucho más que esos instrumentos.
El sexto disco de estudio de la banda regresa a los básicos del garage rock y la crudeza de Jack y Meg, pero suman trompetas de mariachi, gaitas y una distorsión que solo un guitarrista amateur podría lograr por error, pero que White ejecuta con maestría y lo convierte en algo espléndido.
El disco abre con la canción que da nombre al disco y que muestra la forma en que los estadounidenses vienen mucho más fácil a México que nosotros a ese país, una alegoría que se ha mostrado verdadera desde 2007 y que en los últimos años White ha dedicado a Donald Trump y que hoy se siente aún más cercana con todos los casos de extranjeros en México que se rehusan a usar cubrebocas como si este fuera un lugar mágico donde no existe el Covid.
A lo largo del disco el duo se pone en la piel de méndigos, toreros, conquistadores y más. Nadie lo sabía en ese momento, tal vez ni siquiera Meg y Jack, pero Icky Thump fue la despedida de una de las mejores bandas de rock de la historia y se despidieron con la cabeza en alto, llevando el sonido del rock y el blues a sus máximas consecuencias sin intentar sonar a algo que no fueran ellos y demostrando que simplemente nadie puede imitarlos.
Se habla de Jack White como el mejor músico de esa década, pero poco se dice de Meg. Durante esa época Jack también creó The Raconteurs y The Dead Weather, dos bandas que por si mismas llegaron muy lejos y también son clásicas el día de hoy, pero al ver la carrera en solitario de Jack, las cosas no han sido lo mismo. Meg White, la mujer que no buscaba fama, que rara vez aparecía ante las cámaras y menos ante los micrófonos para dar entrevistas fue víctima de una industria que beneficiaba a los hombre y que la relegó a ser la baterista (muchos decían que ni siquiera era buena) que frenaba al verdadero genio de la banda.
¿La realidad? Jack White ha lanzado tres discos en solitario y aunque se nota el genio de Jack, en general ninguno se ha acercado a lo que hizo con The White Stripes. Claro, él no busca el mismo sonido, pero si muchos criticaron a Meg por ser un peso en una banda de dos, su ausencia demuestra lo contrario.
Icky Thump no fue Jack White, fue un duo que durante 14 años hicieron magia en el estudio y el escenario. Icky Thump fue un disco que se grabó en tan solo tres semanas y que hoy queda de testamento del genio, no de una, sino de dos personas que sin esfuerzo crearon uno de los mejores discos de rock de la historia.