Lo percibas o no, todo cambia constantemente: el medio ambiente, el clima, la economía, la tecnología, la sociedad, la cultura, tus amigos y familiares, tu cuerpo, todo. Lo que tampoco percibimos a veces, es cuánta energía gastamos en tratar de hacer algo permanente. Es nadar a contracorriente, pero hay otra alternativa: rendirse. Entre mejor puedas aceptar el cambio, más fácil será vivir la vida.
“El cambio es la única constante en la vida”, es la frase popular que escuchamos siempre. Para algunas personas, la idea de un cambio constante e interminable es aterradora, porque el cambio a menudo implica riesgo y pérdida, posiblemente de algo grande, o simplemente la pérdida de lo que sea cómodo y familiar. De ahí nace la ansiedad y muchos de los problemas que vivimos (desde no dormir, hasta enfermedades).
Hace unos días, uno de mis maestros de la tradición védica, Thom Knoles, publicó esto:
Pocas cosas me han hecho tanto clic como esto, sobretodo en un contexto como el que estamos viviendo ahorita. Les quiero compartir lo que dice al respecto y cómo podemos aprender no solo a recibir el cambio, pero a amarlo y honrarlo, porque es perfecto.
Recordemos que el cambio siempre ha sido (y siempre será) constante en nuestras vidas. Estos tiempos de COVID nos han presentado con un masivo cambio en planes y expectativas, que nos han obligado a responder en formas que jamás imaginamos. Pero no perdamos de vista la mejor parte: con GRANDES cambios, viene una GRAN evolución, si nos sabemos rendir sin miedo al proceso.
La clave está en dejar de resistir los cambios. Lo que podemos hacer es:
– Adaptarnos en lugar de reaccionar.
– Volvernos creativos con los recursos que tenemos.
– Encontrar una nueva apreciación de todos los ciclos del proceso evolutivo.
– Experimentar que el dominio reside en nuestra actitud hacia el flujo del cambio, no en el resultado final.
Es a través de esta entrega intrépida que podemos comenzar a ver que todo cambio es la perfección en movimiento, impulsándonos al próximo capítulo de la evolución.