Es fácil dar por sentado que Harry Styles es una estrella prefabricada, un cantante con cara bonita que ha sido manufacturado en un laboratorio inglés para conquistar a todo el mundo desde cualquier ángulo posible, pero al conocer la historia de Styles, es más fácil aceptar que se trata de uno de los artistas más trascendentales de los últimos años.
Harry Styles saltó a la fama hace 11 años cuando participó en el show británico The X Factor. Ahí cantó Isn’t she lovely de Stevie Wonder y aunque no ganó el concurso, regresó en la etapa de banda, donde fue asignado a una junto a Zayn Malik, Louis Tomlinson, Niall Horan y Liam Payne. Styles fue el que sugirió el nombre One Direction y con Simon Cowell como mentor, los lanzó al estrellato.
Durante toda la década, Styles pasó de ser un adolescente en una boy band a ser un ícono de la música, la moda, la comunidad LGBT+ y mucho más. Sin duda, hoy es el ejemplo de lo que se puede lograr al combatir la masculinidad tóxica que gobierna en todo el mundo, incluso en el círculo en el que el cantante se mueve.
A pesar del ejemplo y la trascendencia de otros artistas que han luchado contra las categorías de género, el mundo de la música sigue siendo extremadamente machista, pero ahí, donde el cambio llega de golpe o no llega, Harry Styles se dio a la tarea de sobrepasar las etiquetas. Para él lo masculino y lo femenino no son anclas que dictan cómo debes comportarte, así como el pop y el rock tampoco tienen porqué separarse, él simplemente fluye y eso es lo que le ha permitido llegar más lejos que otros, simplemente por el hecho de atreverse a pensar diferente.
Sí, Harry Styles estuvo en el lugar y momento correcto, pero lo hizo por arriesgarse y por trabajar duro, no se puede negar que tiene el talento y la disposición para que a sus 26 años tenga cinco discos con One Direction y dos como solista, que su música sea comparada con la de Pink Floyd, John Lennon, Stevie Wonder, Fleetwood Mac y muchos más. Incluso en su estilo personal ha llegado el punto de dejar atrás las referencias y admirar que el joven británico ha logrado (con muchas y variadas influencias) crear un estilo que habla del futuro, y no de cualquier futuro, uno de aceptación, de creatividad, novedad y armonía.
Amante de Gucci, maneja un Jaguar Primrose de 1973, lee a Alain de Botton, sigue la dieta pescetariana, practica de meditación dos veces al día y un poco de crioterapia de vez en cuando. Definitivamente está lejos de ser una persona común, pero el carisma de Styles, su modo reservado y gentil lo hacen considerarlo una de esas estrellas en las que puedes confiar. Alguien que puede alcanzar el grado de aceptación que sólo pocas estrellas tienen (pensemos en Tom Hanks o Alicia Keys).
La carrera de Styles tiene más de una década, pero tiene mucho por delante y sin duda, tiene todo para mantenerse en la cima.
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