El 24 de agosto llegó a los cines la película “Gran Turismo: de Jugador a Corredor”, una historia basada en la vida real de un gamer que se convirtió en piloto de carreras luego de una apuesta a los amantes de los videojuegos para correr en la vida real.
Fur producida por PlayStation Productions y dirigida por Neill Blomkamp. Una palabra de agradecimiento a Nissan que nos ha invitado a verla en el Centro Comercial Mitikah, pues es una marca muy importante en la película; justamente la que apostó por los jugadores de simuladores.
Debemos decir que es una cinta bastante entretenida de 134 minutos con detalles sutiles pero nostálgicos para todos aquellos que en los noventas nos entreteníamos con el videojuego. Es ligera, ideal para que tanto adultos que vivimos el juego en PlayStation como nuevas generaciones amantes de los simuladores, puedan entenderla y emocionarse en cada escena.
El ritmo se mantiene con una velocidad estable, muestra autos icónicos y una historia de superación incluso en contra de la familia. El protagonista es Jann Mardenborough, un joven amante de los simuladores que es parte de una familia fanática al fútbol que no puede entender la razón por la que él prefiere otro deporte.
Tiene una línea argumental rápida y suficiente para ponernos en contexto sobre la personalidad y vida del personaje principal. Se entera de la Academia GT, un atrevido programa que quiere probar que los jugadores de simuladores pueden convertirse en corredores de verdad. Entonces su vida cambió.
Entre una marca con condiciones, un entrenador que en su juventud había intentado ser corredor pero un accidente lo detuvo, preparaciones, frustración, lágrimas y muchas veces al borde de soltarlo todo, la trama fluye de forma entretenida. Hay algunos plot twist que cortan la línea como el reconocimiento de los padres, rivalidades entre corredores, un amor que se está volviendo posible y un difícil accidente manteniéndonos al borde del asiento.
No queremos decir mucho más pero definitivamente es una producción que mantiene enganchados a los fanáticos de la velocidad, a los de videojuegos y otros más que no están familiarizados ni con el mundo de los autos ni con el de los simuladores.
En la cinta están presentes también canciones de Kenny G y Black Sabbath que la complementan espectacularmente. Es fácil sentirse identificado con un sueño de la infancia y esas ganas de demostrarle al mundo que todo es posible si se tiene pasión y trabajo duro. Los autos que completan la producción son toda una fantasía pues Danny Moore, interpretado por Orlando Bloom, es el principal convencido de que se le puede dar un Nissan GT-R a los jugadores de videojuegos para que lo manejen en la vida real con éxito.
Hay un personaje antagonista pero para ser sinceros el verdadero villano es la incredulidad del mundo ante la apuesta por el gran salto de un gamer a convertirse en piloto. Lo genial es que al tratarse de una historia real, al final podemos ver fotografías y algunos videos de los personajes reales, demostrando que el casting fue acertado.
Los expertos mencionan que tiene errores imperdonables sobre todo con los efectos para el final de la película, con un contraste muy obvio entre las tomas reales y las hechas por computadora. Además de un tema importante con el logo de Nissan a través del tiempo que solo notaron los conocedores y el rechazo a las habilidades de los gamers. Pero hay muchos otros elementos que se agradecen como nombrar curvas icónicas y rutas por demás conocidas en el mundo.
¿Vale la pena verla? Sí, no importa si te gustan los videojuegos o las carreras de autos, es una historia real digna de película que le han agregado elementos ficticios sobre todo por el videojuego en el que se inspiró. Palomera, entretenida y que debe consumirse de forma casual para toda la familia.
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