Adentrarse en la vida de Britney Spears es entrar en la madriguera del conejo y pasar de la típica historia de una cantante adolescente a uno de los conflictos legales más extraños en la industria de la música.
En 2007 Britney Spears cimentó su leyenda cuando tuvo una crisis nerviosa que fue bien documentada por los paparazzis, misma que marcó un antes y después en su carrera. Desde 2008, para conservar parte de la custodia de sus hijos, su padre (Jamie Spears) y su abogado (Andrew Wallet) fueron otorgados el conservatorio de la cantante y han controlado prácticamente todos sus movimientos desde entonces.
#FreeBritney no es algo nuevo. El movimiento nació junto al conservatorio impuesto a la cantante, pues sus fans son algunos de los más leales, de hecho, el inicio de las protestas para liberar a la cantante comenzaron hace más de una década, cuando en 2009, al finalizar el tour de Circus, Britney no ganó control de sus acciones como estaba estipulado. Fue ahí cuando ella comparó lo que le sucedía con una cárcel, como si viviera en un loop que se repetía día con día como sucede en la película Groundhog Day.
Desde entonces Britney ha continuado con una carrera, tal vez no como la de antes, sin embargo, su residencia en Las Vegas y participación en distintos programas han generado una fortuna aproximada de 160 millones de dólares. Britney recibe 1500 dólares a la semana y no puede gastar nada sin autorización previa.
Las cosas cambiaron en 2020. En febrero, la cantante canceló su nueva residencia en Las Vegas anunciando que a pesar de sus ganas de hacer el show, la familia era primero y debía pasar tiempo con su padre enfermo, poco después, ingresó a una clínica de rehabilitación donde pasó un mes y desde entonces cada vez la gente está más convencida que todo eso es una fachada.
El padre de Spears cedió el conservatorio a Jodi Montgomery, uno de los agentes de la cantante, algunos dicen que sucedió después de que Kevin Federline, padre de los hijos de Britney, lo acusó de abuso físico sobre sus nietos.
Todo explotó el 16 de abril, cuando en el podcast Britney’s Gram, leyeron un mail que supuestamente venía de alguien que había renunciado al equipo legal acargo de las finanzas de Britney. En el mail, explicaba que lo que pasaba con la cantante era siniestro, pues realmente no tenía ni un poco de control en su vida y todo era dictado por su abusivo padre.
En mayo de 2020, un juez de California ordenó que el conservatorio sobre la cantante continuara hasta agosto, fecha en que volvería a evaluarse la situación. Aunque miles de fans buscan “ayudar” a la cantante a ser libre, la historia oficial decía que Britney, a pesar de encontrarse en un mejor lugar que hace 13 años, aún necesita ayuda para manejar sus finanzas y su vida en genera, que debido a los problemas mentales que ha desarrollado y a los medicamentos que requiera, es poco confiable dejarla en completo control de sus acciones, pero que a pesar de lo que dice Internet, ella no es prisionera y no vive con 1500 dólares a la semana.
2021 fue el año en que la verdad salió a la luz. Britney Spears finalmente tuvo una audiencia virtual donde testificó acerca de lo que sucede realmente con el conservatorio y la realidad es mucho peor de lo que sus fans pensaban. El miércoles 23 de junio de 2021, Brtiney dijo que es necesario que el control que ejercen sobre ella desde hace 13 años llegue a su fin.
“Le he dicho al mundo que estoy bien y feliz (…) Estoy traumatizada. No estoy feliz, no puedo dormir”.
Las declaraciones de Britney evidenciaron el cautiverio y la tortura física y psicológica a la que ha sido sometida. De acuerdo a ella, tiene un DIU que desea quitarse y poder tener otro bebé, pero quienes la controlan ni siquiera le permiten asistir al doctor porque no desean que tenga más hijos. También dice que fue sometida a medicamentos con litio que la hacían sentir embriagada todo el tiempo y por eso no podía mantener ni siquiera una conversación.
También admitió que desconocía que ella podía pedir ayuda: “Pido disculpas por mi ignorancia”, dijo. “Lo que he vivido es vergonzoso y desalentador, y es la principal razón por la que no hablé abiertamente. Pensé que nadie me creería”.
Britney rememora haber pasado horas sentada sin nada que hacer porque no tenía control sobre ninguna actividad. Dijo que podía trabajar para pagarle a su equipo y controlar sus finanzas, después de todo, lleva en el negocio toda su vida y sabe cómo hacerlo. De acuerdo a ella y a sus millones de simpatizantes, el conservatorio perdió el sentido hace mucho tiempo y se ha transformado en una prisión para la cantante y una manera de explotar su fortuna que ronda los 60 millones de dólares.
Todo el dolor que Britney sufre es innecesario y por eso no sólo sus fans, sino toda la comunidad que sabe lo que está viviendo pide que se le libere del conservatorio. Basta con mencionar la violencia reproductiva que está viviendo para entender que esto es mucho más serio y que no se trata de una teoría de conspiración.
De acuerdo a la comunidad Mujeres Vivas, Mujeres Libres:
La violencia reproductiva es la acción que impide o limita el derecho de las mujeres a la información,
orientación, atención integral y tratamiento durante el embarazo o pérdida, parto y lactancia; a decidir
libre y responsablemente el número y espaciamiento de hijas e hijos; a ejercer su maternidad segura, y a
elegir métodos anticonceptivos seguros.
Este tipo de violencia sucede cuando:
- Se niega a una mujer información acerca de métodos anticonceptivos
- Se niega a una mujer información durante el proceso de gestación
- Se obliga a una mujer a continuar con un embarazo no deseado
- Una mujer no decide por ella misma si quiere tener hijos o no
- Una mujer no decide por ella misma si quiere tomar anticonceptivos o no
- Cuando se niega a una mujer el acceso a métodos anticonceptivos
Según Mujeres Vivas, Mujeres Libres, la única forma para alcanzar una verdadera igualdad de género, es garantizando que las mujeres tanto en México, como en el mundo, tengan derecho a decidir sobre su cuerpo. La maternidad debe ser siempre deseada.