En un universo donde cada vez es más difícil entender qué es lo que realmente existe más allá de nuestro planeta, el Telescopio Espacial James Webb (JWST) hizo un descubrimiento que sorprendió a muchos. En una de sus rutinarias miradas al vasto espacio, nos dio una imagen que parecía extrañamente familiar para nosotros: un gigantesco signo de interrogación.
Aunque este hallazgo cómico podría hacer que algunos se pregunten si el universo nos está enviando un mensaje o quizás compartiendo una broma cósmica, los científicos tienen una explicación más fundamentada.
Representantes del Instituto de Ciencia del Telescopio Espacial (STScI) explicaron a Space.com que esta curiosidad celestial podría ser probablemente un par de galaxias en proceso de fusión. Sus interacciones gravitacionales podrían ser responsables de la singular apariencia en forma de signo de interrogación. Aunque es un descubrimiento nuevo para el JWST, el STScI destacó la importancia de estudios adicionales para determinar su naturaleza con más precisión.
Considerando las posibles configuraciones, Matt Caplan, profesor de física en la Universidad de Illinois, teorizó que podría tratarse de una única galaxia con una forma inusual. Sin embargo, la posibilidad de una fusión galáctica parece una explicación convincente. Caplan señaló: “Las dos características distintas podrían ser fácilmente galaxias fusionándose en el fondo, con la parte superior del signo de interrogación siendo parte de una galaxia más grande siendo alterada por las mareas (…) a pesar de la naturaleza caótica de las fusiones galácticas, tales objetos de doble lóbulo con colas alargadas no son raros en fenómenos cósmicos.
Aunque el signo de interrogación cósmico es intrigante, es esencial recordar que este no era el enfoque principal del JWST. La imagen más amplia capturada por Webb revela el vibrante baile de dos jóvenes estrellas, aún en su fase formativa.
NASA, al publicar esta imagen, dirigió la atención al corazón de las púas de difracción rojas, donde estas estrellas, Herbig-Haro 46/47, residen. Estas estrellas están profundamente incrustadas y aparecen como una mancha única de color blanco-anaranjado. Están consumiendo activamente el gas y el polvo circundante, que se encuentra en un disco invisible a su alrededor. Las regiones en forma de cono oscuro adyacentes a las estrellas son las sombras de este mismo disco.
Los lóbulos rosado-anaranjados que dominan esta imagen no están simplemente para exhibición. Representan materiales que estas estrellas han expulsado durante su fase de crecimiento a lo largo de los milenios.
Con estas estrellas en su infancia (sólo tienen unos pocos miles de años en un universo donde los sistemas estelares tardan millones de años en madurar), la NASA cree que ofrecen valiosos conocimientos. Estudiar sistemas como este proporciona a los investigadores la oportunidad de entender el proceso y ritmo al que las estrellas acumulan masa, permitiendo potencialmente modelar la formación de nuestro propio Sol.
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