¿Alguna vez te habías puesto a pensar en dónde compraban sus instrumentos de trabajo los grandes artistas? Probablemente no, sin embargo, vale la pena conocer la tienda que inventó los pasteles de aceite que usaba Pablo Picasso.
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Ubicada en el #3 de Quai Volataire en París, Francia, todo empezó en 1887 cuando Guste Sennelier se estableció como comerciante de colores y se posicionó como uno de los proveedores favoritos de los artistas gracias a su estricto procedimiento de fabricación y mezcla de colores.
Amante de la química y comprometido con la creación de nuevas texturas y productos, Gustave siempre complacía a sus clientes y cumplía todas sus peticiones, sin importar el tiempo que tardara en lograrlas. Gracias a esto, el éxito que tuvo su tienda fue tan grande que se convirtió en un negocio familiar, el cual, ha pasado por cuatro generaciones.
Su historia con el pintor español empezó en 1948 luego de que Picasso le pidiera a Henri (nieto de Gustavo) que si podía hacer un producto el cual pudiera ser usado en cualquier superficie, sin requerir un revestimiento especial. Al igual que su abuelo, Henri cumplía todo lo que sus clientes pedían y tras un año de prueba-error, creó los famosos pasteles de aceite.
Feliz con el resultado, Picasso compró casi toda la gama de colores que crearon especialmente para él y el resto los pusieron en venta. Sin expectativas, de pronto, los pasteles eran uno de los productos más pedidos y, hoy en día, la tienda original Sennelier se ha convertido en una marca global.
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Con más de 130 años de trayectoria, la tienda de pinturas es un lugar que no puedes dejar de visitar la próxima vez que visites París pues, ¿quién no quiere estar en el mismo lugar que artistas como Picasso, Alfred Sisley y Pierre Bonnard estuvieron?
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