La emoción de estar como turista en un lugar nuevo, conocer a nuevas personas y observar diferentes animales, incluso aquellos más exóticos en su hábitat natural donde en ocasiones se nos puede presentar la posibilidad de alimentarlos, abrazarlos o tomarnos una selfie con ellos suena como una oportunidad única y super cute. Pero, ¿alguna vez nos detenemos a pensar en cómo esa interacción lo afecta? La realidad es que muchas de estas prácticas —aunque parezcan inofensivas— lamentablemente, en ocasiones, pueden hasta causar sufrimiento, poner en peligro a las especies y perpetuar la explotación animal.
Inspirados por la reciente campaña #StopAnimalSelfies, te contamos sobre la importancia de ser turistas responsables con la fauna silvestre en cualquier parte del mundo.
Formas de ser un turista responsable con la fauna en tu próximo viaje (spoiler: no te tomes una selfie con los animales)
La campaña #StopAnimalSelfies de Costa Rica
Costa Rica alberga cerca del 6% de la biodiversidad mundial, lo que lo convierte en un destino popular para amantes de la naturaleza y fotógrafos. Justamente por eso, su gobierno lanzó esta campaña para alertar sobre las consecuencias negativas de tomarse selfies con animales silvestres, manipularlos o interactuar con ellos sin ética. Como parte de esta iniciativa, el fotógrafo mexicano David Muñiz, famoso por su imagen MEX-I-CAN, fue invitado a documentar la vida silvestre del país de forma responsable.
Aquí algunas de las recomendaciones de la campaña:
- No se tocan, alimentan ni manipulan animales silvestres.
- Obsérvalos desde lejos, en silencio y sin alterar su comportamiento natural.
- Nunca participes en experiencias donde los animales son sacados de su hábitat para entretenimiento humano.
- Elige operadores turísticos certificados, con prácticas éticas de avistamiento.
Puedes conocer más de su experiencia en la exposición gratuita Pura Vida Fotográfica, que estará disponible en FUJIFILM House of Photography en Masaryk, durante abril y mayo con entrada libre.

Montar elefantes: lo que no se ve detrás de la experiencia
Montar elefantes es una de las atracciones más populares en países como Tailandia, India, Nepal o Sri Lanka, pero es también una de las prácticas más crueles disfrazadas de tradición o entretenimiento.
¿Por qué es problemático?
- Captura violenta: muchos elefantes usados en la industria turística fueron capturados siendo crías, separados de sus madres a una edad temprana.
- Proceso “Phajaan”: en Tailandia, se usa un método llamado phajaan, que literalmente significa “romper el espíritu”. Consiste en maltratar al elefante durante días para someterlo y hacerlo obedecer.
- Explotación prolongada: trabajan jornadas largas, bajo el sol, transportando a varios turistas al día, lo cual genera daños físicos graves, especialmente en la columna y pies.
- Condiciones de vida deplorables: muchos viven encadenados, con poca comida o agua, y sin atención veterinaria adecuada.
¿Hay alternativas éticas?
Sí. En lugar de montar elefantes, puedes:
- Visitar santuarios éticos (como Elephant Nature Park en Tailandia) donde los elefantes viven en libertad, no se montan ni se presentan en espectáculos.
- Participar en actividades de observación desde una distancia segura, o ayudar en tareas de conservación sin interacción física directa.
Montar camellos: una práctica común en regiones desérticas
En lugares como Marruecos, Egipto, Emiratos Árabes o en India, montar camellos se promociona como una experiencia cultural auténtica. Aunque los riesgos de maltrato no siempre son tan evidentes como en el caso de los elefantes, también existen problemas importantes.
Puntos clave:
- Explotación turística masiva: camellos que trabajan todo el día bajo el sol, sin descansos ni sombra, con poco acceso a agua o alimentos.
- Maltrato físico: en algunos casos son golpeados para obligarlos a avanzar o para posar con turistas.
- Condiciones de salud deficientes: muchos camellos presentan heridas por los arneses o cargas pesadas, sin recibir atención médica.
¿Cómo saber si el paseo es ético?
Pregunta por la frecuencia y duración de los paseos. Observa si los animales están bien alimentados, hidratados y sin heridas visibles, e investiga si el operador cuenta con alguna certificación o trabaja con organizaciones de bienestar animal.

Otras prácticas comunes (pero dañinas) que deberíamos evitar
Aunque parezcan parte del “paquete turístico”, estas actividades deberían estar en nuestra lista de “no hacer”:
- Nadar con delfines o acariciar mantarrayas en cautiverio.
- Tomarse fotos con monos, aves o felinos encadenados o sedados.
- Visitar zoológicos o acuarios sin certificados de bienestar animal.
- Comprar souvenirs hechos con partes de animales (como conchas, dientes o pieles).
¿Y entonces cómo sí?
Viajar de forma ética no significa perderse de las maravillas del mundo animal, sino cambiar el enfoque:
- Realiza safaris fotográficos éticos en reservas protegidas.
- Visita centros de conservación o rescate que no lucren con los animales.
- Apoya proyectos de turismo comunitario donde la observación responsable promueve el bienestar animal.
- Aprende a leer las señales de alerta: si hay contacto físico con animales salvajes, si están enjaulados sin justificación o si el lugar no proporciona información sobre conservación, es mejor dar la vuelta.
Ser un viajero consciente implica cuestionar nuestras propias costumbres y entender que el bienestar animal no debe sacrificarse por una foto bonita o una experiencia “única”. Cada vez que elegimos observar en vez de tocar, respetar en vez de intervenir, estamos ayudando a construir un turismo más justo, sostenible y verdaderamente enriquecedor.
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