La alegría de no conseguir lo que quieres

Hay una frase del Dalai Lama que es básica: “Recuerda que no conseguir lo que quieres es a veces un maravilloso golpe de suerte”. A veces no nos damos cuenta cuánto daño nos hacen las expectativas. Piensa en ocasiones en que cuando las cosas no salieron como las querías, terminaste agradeciendo que fue así. Muchas veces no nos damos cuenta de que estamos cuidados por algo muy grande.

Hay una famosa historia Taoista que puede ilustrar exactamente esto:

Había un granjero. Su caballo favorito se escapa. Todos en la aldea le dicen que este es un giro terrible de los acontecimientos y que sienten lástima por él.
Él dice: “Ya veremos”.

El caballo vuelve unos días después y trae consigo una manada entera de caballos salvajes. Todos le dicen que este es un giro maravilloso de los acontecimientos y que están felices por él.
Él dice: “Ya veremos”.

El hijo del granjero está tratando de adiestrar uno de los caballos nuevos, lo lanza y se rompe una pierna. Todos le dicen al granjero que este es un giro terrible de los acontecimientos y que lo lamentan.
Él dice: “Ya veremos”.

El ejército atraviesa la aldea. El país está en guerra y están reclutando gente para ir a luchar. No se llevan al hijo del granjero porque tiene una pierna rota. Todos le dicen que este es un giro maravilloso de los acontecimientos y que están felices por él.
El granjero dice: “Ya veremos”.

Esta historia es una ilustración perfecta de cómo lo que queremos y no queremos viene y va. Pero nosotros podemos mantenernos estables y equilibrados pase lo que pase. Más veces que las que no, el resultado final de los acontecimientos nos favorece aunque nos haya arrebatado algo sobre lo que teníamos expectativas.

A través de prácticas de mindfulness como la meditación, podemos darnos cuenta de que tenemos mente, pero no somos la mente. La mente tiende a aferrarse, a desear, a no satisfacerse con nada. Es una máquina de deseo y aversión. Nos dejamos llevar por querer tener o lograr cosas por el simple hecho de tenerlas. Nos pasamos la vida persiguiendo cosas y decepcionándonos cuando no suceden como queríamos. Debemos practicar el rendirnos y dejar que las cosas tomen su propio curso. Siempre estamos protegidos y las circunstancias nos favorecerán (aunque no siempre nos gusten).

En realidad, no tenemos por qué conseguir lo que queremos. Hay tres razones principales por las que debemos tener cuidado de no invertir demasiada energía en conseguir lo que queremos. Somos criaturas emocionales, impulsadas por cosas como el hambre o una mala noche de sueño. En gran medida, estamos programados para pensar a corto plazo. El beneficio inmediato a menudo supera las consecuencias a largo plazo. Es mejor disfrutar el presente. Y experimentamos el tiempo de manera lineal, por lo que el futuro nos es completamente desconocido y cómo lo imaginemos no obliga que así será.