El diamante más especial de todos
Este es el resultado de un diamante en su forma bruta.

Por Alba Aguilar

¿Serías capaz de usar un diamante hecho con los restos de un ser querido que fue cremado? Piénsalo bien porque es posible. Una compañía llamada Algordanza desarrolló un proceso en donde se pueden convertir las cenizas de un cuerpo humano en un diamante, de la misma manera en la que esta piedra se forma naturalmente.

Cuando los átomos de carbono se unen y se exponen a presión extrema y altas temperaturas se forman los diamantes. El cuerpo humano está formado en un 18% de carbono, porcentaje que se puede separar de los demás restos cremados para mimetizar este proceso de creación de la preciada piedra.

Una vez que se separa y se limpia el carbón, se mete a una cámara en donde la presión alcanza 6 gigapascales (60,000 veces la presión de la atmósfera terrestre) y la temperatura llega a 2,700 grados Fahrenheit.

Este proceso tarda alrededor de una semana para que el diamante se forme. Incluso, se puede pedir de forma natural o con cortes determinados. Lo que si no está garantizado es cómo va a lucir al final, ya que eso depende de la cantidad del elemento boro de cada persona tenga.

Un diamante hecho “artificialmente” puede alcanzar un tamaño máximo de 1 kilate. Todo este proceso puede durar hasta seis meses (desde que se hace la orden y se entregan las cenizas, hasta que el diamante crece).

“Es un tipo de ciencia, pero también es arte. Es un recuerdo eterno, una remembranza, una reliquia familiar que se puede pasar dejar a las futuras generaciones” comentó Frank Ripka, Director de Tecnología de Algordanza.

¿Te atreverías?

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