No estás solo si sientes que el 2020 ha sido el año más dramático, loco y desordenado de nuestras vidas.Es como una mancha gigante. Ya no sabemos bien cuándo pasó qué, o a dónde se fueron varias semanas. Hay mucha confusión entre si hay mucho sucediendo o nada. En pocas palabras, el 2020 fue el año en el que perdimos noción del tiempo.
Es algo generalizado y, definitivamente, algo real. Sin las rutinas de trabajo, cenas, celebraciones y eventos en nuestros calendarios, el cerebro tiene más dificultades para procesar y catalogar recuerdos. Además, el estrés del año en sí puede cambiar la forma en que nuestros cerebros experimentan el tiempo. ¿Cuándo murió Kobe Bryant? ¿Cuándo se incendió Australia? Hubieron manifestaciones, crisis migratorias, elecciones en E.U., por decir algunas cosas.
Pero todo esto pasó en una mezcla extraña entre crisis y aburrimiento al mismo tiempo. Para quienes vivimos esta etapa de encierro (que ya duró mucho más de lo que todo pensamos) fue ver el mundo transformarse, ser parte de eso, pero al mismo tiempo seguir en la misma monotonía. Nos mudamos a un mundo virtual, perdimos el contacto físico con personas y nos despedimos de las rutinas anteriores.
Los psicólogos explican que la monotonía tiene la capacidad de deformar el tiempo y enredar nuestros recuerdos. Con cuarentenas y encierros que nos roban los eventos que normalmente dividen los días. Sin descansos en una rutina repetitiva, ni los usuales movimientos de cambio de ambiente, la mente tiene problemas para diferencias entre memorias, algo que en el mundo de la psicología se llama separación del patrón. Esa puede ser la razón por la que constantemente no sabemos qué día es.
No pasa nada pero al mismo tiempo pasan muchas cosas. Hay mucho que procesar mentalmente, todo el tiempo. Algo que distinguirá para siempre al 2020 es que fue un año que no está marcado sólo por una gran crisis (lo cual hubiera sido suficiente), sino por una gran cantidad de ellas: un virus que robó más de un millón de vidas, mezclado con caos político y crisis económicas, catástrofes ambientales y luchas raciales. Se termina este año que pareció una mancha sin forma, nos deja con muchos aprendizajes y lecciones, pero definitivamente, un año que marcará a la humanidad y se estudiará en los libros de historia.
Debe estar conectado para enviar un comentario.