Disco de la semana: “Echoes” de The Rapture

El tiempo puede ser cruel. Los años pueden pasar y no ayudar. The Rapture es parte fundamental de una oleada de música que brotó en Nueva York a inicios de la década pasada que bien puede servir como ejemplo. A pesar de ser una exploración completamente diferente a las de sus contemporáneos como The Strokes, Interpol o los Yeah Yeah Yeah’s, la banda liderada por Luke Jenner forma parte de un catálogo de nombres que alcanzaron el clímax de su creatividad muy pronto y que, al paso del tiempo, terminaron por convertirse en una parodia de sí mismos.

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Por suerte siempre estará ahí ese primer destello de genialidad para volver a él. “Echoes”, el primer disco de larga duración del grupo, se convirtió en una parte importante de la historia musical actual incluso desde antes de ver la luz. La historia, contada recientemente por todos los involucrados en un fascinante libro de Lizzy Goodman, sitúa al grupo en medio del nacimiento de dos fuertes corrientes musicales: el revival del uso de guitarras poderosas y la explosión del punk disfrazado de dance. Es un disco que tomó el lenguaje de ambos y los tradujo en un emocionante emblema de su época.

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Con una impecable producción de DFA (la organización de James Murphy de LCD Soundsystem) y una cálida recepción de su ep “Out Of The Races and Onto The Tracks” antes de ver la luz, el disco nació para triunfar. Canciones como la hipnótica “I Need Your Love” o la emocionante “Olio” cuentan con un alma neón, mientras que otras como la furiosa “Heaven” o la ansiosa “The Coming Of Spring” son todo lo contrario, un ejercicio casi lo-fi de punk sin frenos. Es una combinación que encontró su mejor momento en “House Of Jealous Lovers”, una canción que se sigue escuchando tan alucinante como entonces y que permanece como el mejor momento en la carrera del grupo.

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Con 15 años de edad, el disco ha envejecido de forma sutil y discreta. Contrario a otros grupos de la época, las canciones de “Echoes” no son ese himno adolescente que se repite hasta el cansancio y que se devalúa con cada nueva reproducción (hola, “Mr. Brightside”), sino un digno lugar al cual acudir para comenzar a examinar más a detalle la historia alrededor. Regresar a él permite revalorar piezas como “Infatuation” y “Open Up Your Heart” y encontrarlas necesarias para un disco que se preocupa más por explotar una vena creativa que por complacer al mundo. Algo de lo que el resto de su discografía tristemente adolece.

“Echoes” es un disco que no nació viendo hacia el futuro, sino extrañamente hacia atrás. Sus ambiciones no sobrepasan sus capacidades. Es una colección de canciones que no permanecen atemporales, porque son punto clave de un espacio, un tiempo y un sonido particular que se replicaría mil veces después. Este primer disco de The Rapture mira al futuro como quien no quiere intervenir en una discusión sin sentido: con una sabiduría que no hace falta poner a prueba.