La historia de MGMT es una de mutación. Basta voltear atrás y recordar el sonido de cada uno de sus discos para darse cuenta que ninguno de ellos suena exactamente igual, contrario a lo que uno hubiera esperado después de escuchar canciones tan simples como “Time To Pretend” o “Electric Feel” hace muchos años. Gracias a la necedad del grupo para derribar expectativas y construir nuevas de manera constante, se han convertido en un extraño caso de éxito que siempre causa curiosidad.
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Los recuerdos ahí están y la música que los elevó a la gloria social permanece intacta a un par de clicks de distancia en el internet. Pero, aunque gran parte de su fanbase insiste en regresar a ellos, el nuevo paso en la carrera de MGMT es probablemente más emocionante. Sin llegar a la agradable demencia de “Congratulations”, el grupo le ha dado vida a un disco que parece encapsular años de experiencia y que recoge mucho de lo que habían hecho para convertirlo en un sólido triunfo referencial.
Más alejados de Chvrches y mucho más cercanos a teorías como las de Ariel Pink o George Clanton, en “Little Dark Age” el grupo utiliza el sintetizador y la nostalgia como elementos principales para crear canciones que van desde la fiesta (“One Thing Left To Try”), hasta las baladas con reminiscencias a los ochenta (“Me and Michael”) y los hipnóticos experimentos semi-ambientales (“When You´re Small”). Sus armas son sencillas en papel, pero a la hora de escucharlas en acción resultan mucho más efectivas.
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Sus trucos son viejos conocidos: armonías vocales (“Hand It Over”), dulce psicodelia (“She Works Too Much”), coros infecciosos (“TSLAMP”) y más. Sin embargo su uso es mucho más preparado y mejor pensado que en el pasado. En donde antes se sentía un esfuerzo, hoy se percibe una naturalidad. “Little Dark Age” es un disco que refleja aprendizaje y una interesante vista al pasado que -curiosamente- resulta en algo que anuncia un mejor futuro para el grupo.
MGMT siempre ha sido un animal que no deja de cambiar de piel y tal vez eso sea aquello que los hace tan emocionantes. Es, también, un grupo que se tambalea entre la artificialidad (y éxito) de sus primeras canciones y la creatividad (y backlash) de sus más recientes, un lugar del que probablemente no vayan a salir nunca. No importa, mientras sigan haciendo discos que desafían sus propias reglas todo va a salir bien para ellos.