Pocas bandas pueden presumir una hazaña como la de los Flaming Lips: permanecer vigentes a pesar de las décadas. Nacieron a mitades de los ochenta, sobrevivieron al grunge de los noventa, a la digitalidad de los 2000’s y, por ahora, a la era post-internet de los 2010’s; siempre con música que, por lo menos, se puede describir como interesante.Lejos de vivir de su recuerdo, se esfuerzan por sostenerlo con nuevos experimentos.
En 1999 el grupo era todavía un poco más radical. Tras haber saltado la barrera de la lógica con “Zaireeka”, un álbum lanzado en cuatro discos distintos que solo podía ser escuchado apretando play a todos al mismo tiempo, decidieron gastar una fortuna en “Soft Bulletin”, un disco con una distancia importante entre todo lo que habían hecho antes y su estado actual. El resultado son doce canciones que los llevaron a ser íconos de la historia musical. En lugar de experimentar, decidieron crear un monumento.
El resto es bien conocido. A partir de “Soft Bulletin” el grupo se convirtió en una de las máximas influencias para muchas cosas que vendrían después: desde la tibia psicodelia de Tame Impala hasta el pop de Mercury Rev y desde los esfuerzos de Radiohead hasta las melodías de Modest Mouse. Mirar hacia atrás, veinte años después, no es un ejercicio de nostalgia, sino una reafirmación de cariño. El disco se siente un poco más conmovedor y cada nota más épica que entonces.
La parafernalia del grupo que todos conocen (globos gigantes en el escenario, luces estroboscópicas, colores tornasol, etc) se olvida al reproducir el disco. “Race For The Prize” es una canción ansiosa por el milenio que no cambió nada, “The Spiderbite Song” es un poderoso aliento de alivio y “What Is The Light?” una luz de esperanza. Si el grupo es conocido por ser más un viaje en ácido que otra cosa, es aquí en donde su humanidad se siente palpable.
Cada canción -con sus lindísimos violines, sus conmovedores pianos y su bellísima aura orquestal- es un emotivo recordatorio de ello. “A Spunful Weights A Ton” se siente como un grito de auxilio, “Suddenly Everything Has Changed” como un poema a la resignación y “Waiting For Superman” probablemente continúe siendo una de las mejores canciones sobre el dolor de una muerte. El disco ha envejecido tan bien porque todo aquello que trasmite es atemporal y universal.
Después de “The Soft Bulletin” el grupo lanzó un par de discos que completan una trilogía especial que duró hasta mediados de la década pasada. Más tarde exploraron terrenos insospechados que los llevaron a reinterpretar discos clásicos completos, crear amorfas formas de ruido y hasta unir fuerzas con Miley Cyrus. Todo ello está bien sustentado y es parte de la tradición que hace a los Flaming Lips un grupo crucial para la historia musical reciente. Una vuelta a “Soft Bulletin” de vez en cuando es suficiente para no olvidarlo.
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