Disco de la semana: The Epic de Kamasi Washington

The Epic hace honor a su nombre. El primer disco oficial de Kamasi Washington no es nada menos que una épica de casi tres horas de duración. Dividido en tres discos y 17 canciones, la incursión de Washington en el ámbito musical con su propia banda llegó con todo lo que podía ofrecer y no decepcionó a nadie.

Kamasi Washington ya había hecho un nombre en la industria. El saxofonista ha estudiado música formal e informalmente durante toda su vida, ha trabajado con los nombres más grandes, desde Kenny Burrell y Gerald Wilson, hasta Thundercat y Kendrick Lamar. En En 2007 publicó un disco llamado The Proclamation y en 2008 otro titulado Light of the World, pero fue hasta 2015 con The Epic, que el músico lo tomó como su primer disco formal y redefinió la idea de lo que el jazz comercial podía ser.

Un género que muchos consideraban accesible se convirtió en un éxito y no al estilo en que Kenny G lo hizo décadas atrás, sino mezclando un sonido original, complejo y arraigado en las raíces afroamericanas de Washington. El sonido de su saxofón es protagonista en gran parte del disco, pero eso no hace que eclipse al resto de los músicos ni a la cantante Patrice Quinn.

The Epic es un viaje por el jazz, no por su historia (aunque bien podría servir para introducir a muchos a lo que hizo Coltrane hace tantos años así como a lo que hace Flying Lotus actualmente), sino por su esencia. Se trata de un disco donde puedes encontrar guiños al jazz clásico de los 50, a la experimentación que tuvo lugar en los 70 y a la evolución natural que ha tomado en las últimas décadas.

Canciones como The Rythm Changes o Isabelle suenan a algo que podrías escuchar en cualquier lugar para relajarte, mientras que otras como The Magnificent 7, Re Run o Re Run Home son demostraciones de la capacidad musical (y pulmonar) del saxofonista, escuchar cómo parece tocar su instrumento ininterrumpidamente durante minutos sin dar un respiro te sitúa en una zona casi hipnótica.

La música de The Epic es capaz de llevarte por un viaje durante tres horas y en ningún momento se vuelve tedioso. Es uno de esos discos que logra cumplir más de una función dependiendo quién y cómo lo escuche. Se trata de un trabajo tan versátil que no puede encasillarse en un solo lugar, pero lo único que se puede asegurar, es que sin importar cuánto tiempo pase, será una referencia obligada al hablar de jazz.