Han sido tantos los rostros que Chaz Bundwick ha mostrado tras su pseudónimo Toro y Moi que pareciera que no hay nada más que escarbar. Sus cinco discos y hasta sus experimentos bajo el nombre de Les Sins dan cuenta de alguien entregado a la música electrónica al servicio de la pista de baile. Si ya ha mostrado todas sus cartas, ¿cómo hacer que un disco más triunfe? Su solución:
tomar lo mejor de todo y mezclarlo con maestría.
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De ser uno de los nombres clave en la época del chillwave a inicios de la década, pasó a convertirse en un héroe funk y hasta en un predicador del disco. En su sexto álbum es alguien más inteligente, con menos hambre de explorar territorios nuevos y con toda una carrera detrás que sostiene cada una de sus decisiones. “Outer Peace” es su mejor disco en años, porque es la primera vez en años que su ambición no sobrepasa sus talentos.
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Dura poco más de media hora, pero se trata de una colección de canciones que funcionan a la perfección. Un pastiche de sus talentos. Quien no sea familiar al proyecto encontrará una serie de piezas que pueden amenizar cualquier noche de
fiesta y aquellos que han seguido su carrera de cerca sentirán que Bundwick por fin encontró el camino correcto.
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No importa si está deformando el sonido tan cansado del trap en una canción como “New House” o si utiliza los artilugios tropicales del momento como en “Baby Drive It Down”, siempre lo hace con una distancia cortés. Por cada uno de esos
riesgos hay otras piezas como “Fading”, “Freelance” o “Who I Am” que lo regresan a su centro. A diferencia de discos pasados, la coherencia aquí lo domina todo.
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A estas alturas de la vida es complicado que un artista tenga una discografía tan extensa y no haber errado en ninguna oportunidad. Toro y Moi es un proyecto que puede presumir de haberlo hecho menos que otros contemporáneos suyos y de
haber encontrado su mojo de nuevo. “Outer Peace” puede ser dos cosas: o su último gran disco, o el inicio de un segundo aire que todos vamos a agradecer.