Disco de la semana: “II” de Led Zeppelin

Entre el tsunami de bandas a las que estamos acostumbrados, pocas son las que realmente causan una impresión a largo plazo. Hoy puedes descubrir cinco nuevas bandas por día sin ningún problema, pero incluso al escuchar música de los sesenta o setenta, las alternativas parecen inimaginables.

Sin embargo, Led Zeppelin ha destacado como una banda fuera de lo común desde su inicio en 1968. Ellos llegaron a la escena cuando The Beatles ya habían publicado la mayoría de sus discos, pero eso no los hacía novatos en la escena, gracias a la experiencia de cada uno de sus integrantes en su arte, Led Zeppelin se convirtió en el verdadero ejemplo de lo que es una banda de Rock & Roll.

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Guitarra, bajo, batería y voz. Led Zeppelin llegó al público en medio del furor de la escena hippie, la revolución sexual, la contracultura, las protestas, la rebeldía. Su primer disco los posicionó en el nicho y les permitió salir de gira, no sólo por Inglaterra, sino por Estados Unidos.

Así comenzaron una vida en el camino, donde cada noche tocaban en una ciudad distinta y donde descansar era sinónimo de morir. Había drogas, sexo, música, creatividad y todo eso era mezclado en los estudios que les quedaban de paso en la gira, así es como nació su segundo disco mejor conocido como “II“.

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II es rock en su máxima expresión, por eso desde su lanzamiento en 1969 se ha convertido en la biblia de la mayoría de las bandas. Sus canciones tienen todos los elementos de lo que realmente es el género. Comencemos por el sonido.

La majestuosidad de Jimmy Page en la guitarra lidera el disco y demuestra que él es el que mueve los hilos en la banda, sin embargo, la potencia de la batería de John Bonham, la excentricidad de John Paul Jones en el bajo y el misticismo de la voz de Robert Plant hacen que un buen sonido se convierta en algo legendario.

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Las canciones demuestran el proceso de composición y la mentalidad de un rockstar. Whole Lotta Love fue una gran idea, pero a falta de creatividad usaron las letras de otros artistas que terminaron por demandarlo –algo que no sería inusual en su trabajo–, pero al ser jóvenes y querer hacer una canción tan grande como esa, se arriesgaron.

Un rockstar tiene un gran ego, y lo podemos ver en Heartbreaker, una de sus canciones más icónicas, pero misma que nació porque Jimmy Page quería lucirse en la guitarra (nadie se lo recrimina, realmente demostró que podía hacer lo que nadie más), mientras que Moby Dick fue algo similar, pero para que Bonham destrozara su batería.

¿Quieres hacer una canción de rock pesado acerca de El señor de los anillos? Con ideas tan extrañas es como nacen clásicos como Ramble On. Y es que en el rock las reglas se pueden romper, pero la más importante es que mientras suene bien, la letra es lo de menos. Y eso es lo que hace este disco. Sus letras pueden ser sensuales para unos, pero en el contexto del siglo XXI pueden verse misóginas; sin embargo, es una banda que suena bien, y cuya calidad no ha bajado nada en más de 50 años.

II es un disco que llegó en el momento correcto y que representa ese sueño imposible de vivir como rockstar: con todo lo bueno y lo malo que esto puede traer.