La ciencia ficción es un género de entretenimiento que la mayoría de las veces ha funcionado como un medio para reflexionar sobre el presente de una sociedad y su inevitable paso al futuro. Sus bases narrativas están construidas en tiempos utópicos, sin embargo encuentra oportunidad para reflejar problemáticas sociales, políticas y culturales de épocas clave en la historia. A veces con el rigor de Philip K. Dick y otras con el humor de Kurt Vonnegut. Aunque pudiera pensarse lo contrario, la ciencia ficción en la música es un recurso fértil y una de sus más grandes representaciones en tiempos actuales es el nuevo disco de Janelle Monáe.
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Conocida también por haber formado parte de la industria cinematográfica contemporánea dedicada a levantar la voz de la comunidad negra en los Estados Unidos en películas como “Moonlight” y “Hidden Figures” (ambas con fuerte presencia en las pasadas ediciones del Oscar), Monáe ha creado una carrera musical igual de exitosa. Desde hace más de diez años y con cuatro discos hasta la fecha, su faceta en la música ha ido en ascenso hasta convertirse en uno de los íconos libertarios de nuestros tiempos.
Esa libertad proclamada no es en vano. Al ser una joven mujer afroamericana y abiertamente pansexual, su obra ha sido una cruzada a favor de las minorías a las que representa –y a las que no también. En “Dirty Computer”, su más reciente disco, utiliza a la ciencia ficción para ofrecer una poderosa demostración de todo lo anterior y el resultado es un poderoso disco pop acompañado de un cortometraje con visuales espectaculares. La película se puede ver aquí.
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La computadora del título, explica ella misma, es la mente propia de la juventud contemporánea y la suciedad el rechazo hacia su libertad. En el disco hay referencias a todo: desde el poder político en “Screwed” hasta la opulencia del sueño americano en “Crazy, Classic, Life”; desde el feminismo en “Django Jane” hasta los miedos contemporáneos en “So Afraid”. Es su mejor discurso hecho concepto y al mismo tiempo su disco más versátil.
Porque aquí también hay un desfile de ritmos que han desafiado la conservaduría en el pasado. En “I Got The Juice” se pueden encontrar ritmos africanos, en “Take A Byte” es clara la sexualidad del funk de Prince y en “Pink” hay una electrónica bañada en la oscuridad de Grimes. Todo ello incluido en una narrativa esperanzadora que lo llena de entusiasmo. A pesar de las restricciones y dificultades del mundo, sentirse libre es motivo de celebración.
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“Dirty Computer” abre con una canción homónima en colaboración con Brian Wilson, líder de los Beach Boys y quien alguna vez describió su música como “una sinfonía adolescente dedicada a Dios”. Lo de Janelle Monáe aquí también es una sinfonía adolescente, pero adecuada a los tiempos en los que vivimos y dedicada enteramente a la felicidad de cada uno de nosotros.
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