Siempre decimos que la tecnología avanza a pasos agigantados, pero la situación se está volviendo ridícula. Lo que hace 10 años parecía un sueño de ciencia ficción que de manera realista imaginábamos tener entre nosotros hasta mediados del siglo XXI, ya es una realidad.
Temas como la red 5G, chatbots, autos autónomos, realidad aumentada, inteligencia artificial, metaverso y muchos otros términos que usamos de forma casual, antes eran parte de un nicho específico de expertos trabajando teóricamente en cómo podríamos crearlos en algún punto en el futuro. Bueno, el futuro nos alcanzó y para personas como Geoffrey Hinton, considerado el “abuelo de la inteligencia artificial”, no estamos haciendo buen uso de lo que él creó.
“Llegué a la conclusión de que el tipo de inteligencia que estamos desarrollando es muy diferente de la inteligencia que tenemos (…) Somos sistemas biológicos y estos son sistemas digitales. Y la gran diferencia es que con los sistemas digitales, tienes muchas copias del mismo conjunto, el mismo modelo del mundo. Y todas estas copias pueden aprender por separado pero compartir su conocimiento al instante. Así que es como si tuviera 10 mil personas y cada vez que una persona aprendiera algo, todos lo supieran automáticamente. Y así es como estos chatbots pueden saber mucho más que cualquier persona”.
Hinton creó la tecnología que se convirtió en la base intelectual de la IA que las empresas más grandes de la industria tecnológica creen que es clave para su futuro. La historia detrás de su renuncia es mitad lógica y mitad aterradora, pues a pesar de que el pionero tiene 75 años y su retiro encaja a la perfección con el momento de abandonar la vida laboral, también dice que lo hace para poder hablar libremente acerca de lo que él considera un gran error por parte de corporaciones como Google y otros gigantes tecnológicos.
Hinton tuvo la idea de las redes neuronales artificiales, la manera en que las máquinas podrían aprender rápidamente a partir de imágenes, textos y más, desde los años 70. Durante los 80 ya se hablaba de Inteligencia Artificial, pero en Estados Unidos sólo el departamento de defensa tenía el presupuesto y la capacidad de investigar y experimentar con ello. Hinton se opuso a ese trabajo pues desde un inicio ha negado que el trabajo de la IA deba tener fines militares.
En 2012 logró su cometido y las redes neuronales artificiales finalmente se hicieron reales. Hinton creó esto junto a dos estudiantes suyos en la Universidad de Toronto, Ilya Sutskever and Alex Krishevsky. Gracias a eso, el equipo formó una empresa tecnológica que Google compró por 44 millones de dólares, pero eso no es todo, también fue el paso inicial para que Ilya Sustkever se convirtiera en el científico en jefe de la empresa OpenAI, creadora de ChatGPT.
Para Hinton, la inteligencia artificial aún no es más inteligente que nosotros, pero está muy cerca de lograrlo. El que fue el trabajo de su vida se convirtió en una verdadera amenaza ante sus ojos y aunque no se arrepiente de hacerlo (pues según él, si no lo hacía, alguien más lo haría, solo era cuestión de tiempo) sí ha optado por dejar el trabajo que tenía para poder alentar a las empresas a invertir mucho más medidas de seguridad, puestos para filósofos que trabajen las cuestiones éticas de la IA y maneras de evitar que éstas puedan ser tan inteligentes que aprendan a manipular a las personas para lograr objetivos peligrosos.
A final de cuentas, Hinton no cree que la IA es maligna y sabe que es parte de nuestro progreso como humanidad. Para él, gran parte del problema es que la gente puede aprender a usarla o ser usada por ella y si esa persona tiene malas intenciones (habla de personas con tanto poder como dictadores militares), el uso de una tecnología así puede significar un escenario apocalíptico.
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