Si algo nos queda claro, es que el éxito de un atleta se debe en una parte importante a su rutina y dedicación al entrenamiento. ¿Qué pasa cuando de un día al otro, miles de deportistas se han quedado sin gimnasios, canchas, pistas, albercas y áreas de entrenamiento? ¿Qué impacto tendrá esta crisis en el mundo deportivo, más allá de eventos cancelados?
De acuerdo, el tema de programas de entrenamiento “arruinados” es insignificante cuando se enfrenta a una economía en caída y a los cientos de miles en todo el mundo que padecen COVID-19, pero el virus y sus consecuencias tienen un efecto negativo en el cuerpo de casi todos los atletas, infectados o no, para cuando vuelvan los deportes. La revista Sports Illustrated, se dedicó a hacer esta investigación.
La primer pregunta es: ¿Qué puede hacer el coronavirus al cuerpo de un atleta? Hoy ya sabemos que Rudy Gobert, Donovan Mitchell, Kevin Durant, Marcus Smart, un par de los Lakers de Los Ángeles y muchos más atletas de todos los niveles han contraído el virus. Los efectos de la infección, que ataca los alvéolos en los pulmones responsables de transmitir oxígeno al torrente sanguíneo, varían.
Los atletas jóvenes y en forma tienden a no caer en las categorías de mayor riesgo (pero no es la regla). Tomemos el grupo de edad de 20 a 44 años. Los primeros datos sugieren que aproximadamente el 80% de la población infectada es asintomática o experimenta síntomas “leves”. Pero existe un 14% que entra en etapa moderada, donde deben ser hospitalizados y un 2% requiere ser conectado a un respirador en una unidad de cuidados intensivos.
Para esa pequeña población que sí terminó en cuidados intensivos, el problema vendrá después de la crisis. Un estudio de 12 pacientes hospitalizados con COVID-19 en Hong Kong encontró que tres de ellos mostraron una disminución del 20% al 30% de la capacidad pulmonar en el corto plazo. Es una muestra muy pequeña, y dado que el virus es tan nuevo, se desconoce el horizonte más allá de unas pocas semanas. La mayoría de la opinión médica es que es demasiado temprano para saber con seguridad si el virus deja daño permanente o a largo plazo en los pulmones.
Lo que sí sabemos es que cualquier atleta que se coloque en respiradores puede requerir terapia física para reconstruir los músculos que sostienen los pulmones, que pueden atrofiarse a medida que la máquina respira por ellos. Y que los atletas que padecen asma, según algunos estudios, las infecciones respiratorias virales como COVID-19 pueden empeorar los efectos del asma de forma persistente, aumentando la respuesta inflamatoria del cuerpo incluso después de que el virus se haya eliminado.
Por otro lado, tenemos el declive en rendimiento y las lesiones no atendidas propiamente. Muchos atletas, sobre todo a nivel colegial (universidades), se han quedado sin gimnasio y no cuentan con los mismos recursos que LeBron, y han tenido que improvisar para hacer sus ejercicios como con galones de agua, cargando fruta o cualquier cosa que encuentren en casa. Y el estimado 40% de los atletas lesionados, no están recibiendo la atención y rehabilitación requerida para regresar a su nivel de rendimiento anterior.
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