Hay pocas cosas que causen mayor placer que salir a comer o cenar con tus mejores amigos. Tal vez se trata de ponerse al corriente en las peripecias de la vida o de una tradición que ha hervido a fuego lento con el paso de los años y ahora es una de las pocas actividades que el tiempo les permite y que por eso es una de las que más disfrutan.
Tal vez si salen seguido, ya tienen un sistema para dividir la cuenta, saben quién toma o quién busca el platillo más caro de la carta, sin embargo, cuando hay más personas, el grupo está iniciando esta bonita tradición o hay muchos factores que imposibilitan esto, es momento de tener “la plática”.
¿Cómo dividir la cuenta? A veces la pregunta surge una vez que la cuenta llega y es momento de irse, por lo que no solo la ansiedad es para los comensales, tal vez el servicio del restaurante está ansioso por despejar una mesa para otro grupo, por lo que siempre es bueno tener la consideración de saber esto de antemano y hacerlo lo más rápido posible
El único bebedor
Cuando la conversación fluye como el vino más fino, pero solo una persona se divierte con uno que otro cóctel, una manera de dividir esto es que el único bebedor se ofrezca voluntariamente para cubrir los costos de sus bebidas.
Según los expertos de Myka Meier, fundadora de Beaumont Etiquette, refleja gracia y consideración cuando la persona que disfruta de los tragos toma la iniciativa de cubrir su parte, tal vez incluso abriendo una pestaña separada en el bar, evitando así cualquier discordia cuando llega la cuenta.
Sean Jung, una profesora de la Boston University School of Hospitality, concuerda, sugiriendo este enfoque proactivo como una cortesía que evita que los no bebedores tengan la ansiedad de abordar el tema.
Un abstemio entre aficionados
A la inversa, cuando uno se encuentra siendo la única persona que se abstiene del alcohol en medio de un grupo que disfruta de delicias espirituosas, es absolutamente digno proponer una contribución menor al total final. Un grupo perspicaz idealmente propondría este ajuste espontáneamente, manteniendo la armonía de la reunión.
La indulgencia culinaria
En ocasiones, el atractivo de un plato gourmet resulta irresistible, incluso cuando los acompañantes optan por platos más ligeros. En estas situaciones, el lujo no solo está en la indulgencia, sino también en reconocer la diferencia y ofrecerse a asumir el gasto extra. Es una muestra de respeto y autoconciencia, demostrando una comprensión de que la opulencia no debería ser una carga compartida de manera no voluntaria. Se trata de un gesto de buena voluntad, y mantiene el ambiente tranquilo de la experiencia culinaria.
La extravaganza de cumpleaños
Al celebrar un cumpleaños, las reglas de etiqueta se pierden un poco. Según Diane Gottsman, para Bon Appetit y propietaria de The Protocol School of Texas, si el festejado ha orquestado el evento, debería estar preparado para cubrir los gastos, mostrando agradecimiento a las personas que tiene en su vida. Por el contrario, si la reunión es una sorpresa orquestada por amigos, es una encantadora tradición que el grupo asuma los gastos, presentándolo como un regalo para él.
Generosidad espontánea
Una ronda espontánea de bebidas puede ser una sorpresa gozosa, pero la etiqueta dicta que la persona que inicia el gesto debe cubrir los costos. Esto garantiza que el acto espontáneo de generosidad no se convierta en una imposición, preservando el ambiente amistoso y vibrante de la ocasión.
Hoy más que nunca es fácil escapar de la incomodidad y el engaño, sobre todo en ocasiones especiales. Sigue estas reglas, usa apps para dividir la cuenta y disfruta a las personas que más quieres en tu vida.
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