No importa lo mucho que el mundo se sacuda, hay cosas que parecen no cambiar a pesar del tiempo y la Navidad es una de ellas. Más allá de todo lo que se le pueda reprochar, se trata de una época que celebra las emociones como –tal vez- ninguna otra. Alrededor de ella surge melancolía pero también alegría, nostalgia pero también una extraña emoción. Es una temporada palpitante, digno epicentro de productos artísticos que comparten su comportamiento.
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Discos de Navidad hay muchos, pero ninguno como el que Vince Guaraldi creó en la década de los sesenta para un documental que exploraría el desarrollo de ‘Peanuts’ en la mente de Charles Schulz, mismo que después se convertiría en el soundtrack de uno de los especiales navideños más entrañables de la historia: “A Charlie Brown Christmas”.
Si uno tiene familiaridad con Charlie Brown y el resto de los dibujos animados de Schulz sabrá que se trata de un cartón que celebra todo menos la idea idílica de la alegría que cualquier otra caricatura para niños haya querido vender a través de los años. La filosofía se siente en la media hora que dura el especial y, de manera tal vez más palpable, en cada nota de la música que lo acompaña.
En las manos de Guaraldi y sus dos acompañantes, Fred Marshall en el bajo y Jerry Granelli en las percusiones, la Navidad no es solamente cantos al unísono, jazz, nieve, regalos, bailes y abrazos. Para él, como para Schulz, la temporada es un espacio de reflexión que puede brindar las mismas cantidades de destellos de luz como de espacios de penumbra. En el imaginario colectivo es una obra para niños, pero si se escucha y se ve con atención, hay mucho más allá para apreciar.
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Basta con una vuelta al disco para darse cuenta. Por cada pieza de celebración hay otra que juega como su contraparte. Por cada sonrisa que brinda, hay una lágrima de nostalgia que brota y por cada nuevo recuerdo de alegría hay otro de melancolía que se acerca conforme el piano habla. La Navidad es una época visceral como ninguna otra y una temporada que se siente de manera genuina. Para celebrar su poder hay que hacerlo de la misma forma: con música que vaya de acuerdo a su volatilidad. Y aquí Vince Guaraldi y su grupo lo logran como ninguna otra persona lo ha hecho desde entonces.
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