No sé qué hago escribiéndote, en realidad eres una figura que no ha estado presente en mi vida; sin embargo, siempre tuve el deseo de tenerte, que me quisieras y lleváramos una relación de cariño, protección y respeto como todos. Esto es para ti, el hombre que llamo “papá” pero en realidad nunca quiso serlo.
No tengo recuerdos contigo de niño, únicamente verte de vez en cuando, ir a comer y nada más. Mamá es la que protagoniza mi pasado lleno de juegos, risas, quien me ayudaba con las tareas de la escuela, aplaudía cada uno de mis logros, me abrazaba, me hacía cosquillas, me preparaba la comida más rica del mundo y me corregía cuando era necesario.
Por el contrario, tu imagen solo está presente algunos domingos de mi vida llevándome a comer pero sin casi decir palabra pues estabas en tu teléfono celular la mayoría del tiempo y viendo tu reloj constantemente.
Debo admitirlo, por años sentí celos por los niños que veía felices con sus padres, jugando fútbol, abrazándolos y riendo a carcajadas. Muchas veces me pregunté si no era suficiente para ti o qué es lo que debía hacer para ganarme tu cariño. Qué equivocado estaba.
El problema no era yo y tampoco lo fue mi madre. Ella no eligió mal al papá de sus hijos, él fue quien decidió ser un mal padre. Ella enfrentó la situación sola que aunque asegura que no le pesaba, muchas veces la vi muy cansada y aún así ocupaba sus últimas fuerzas para acariciarme las espalda antes de dormir.
No sé por qué te estoy escribiendo si ahora que ya soy mayor puedo entender con claridad que no mereces ni una palabra de mi boca, porque para ti yo no fui merecedor de un abrazo, amor y protección desde que supiste de mi existencia.
En realidad no sé quién eres, tú tampoco sabes quién soy yo; sin embargo, no te guardo rencor. Tendrás razones que desconozco, quizá. Puedo entender que la paternidad es difícil y aunque me tocó vivirla de esa manera, te deseo lo mejor. No quiero que sufras, no quiero que te suceda algo malo, sé lo buena persona que puedes llegar a ser con los tuyos, me hubiera encantado formar parte de ese grupo.
Esta carta es para ti, el hombre que me han exigido llamarle “papá” pero le ha quedado grande el título. Yo no lo siento, no quisiera ocuparlo y en realidad tú tampoco. Mamá se merece ese título además del de grandiosa madre para mí. Pero tú no.
Un mensaje del Día del Padre es suficiente, así como los simples mensajes que llegaban en mi cumpleaños. No te deseo el mal, jamás lo haría, pero no me exijas llamarte “papá” cuando ni siquiera tú has querido el compromiso del título.
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