No voy a mentir, fue muy difícil. Cuando recibí la noticia de tu llegada me emocionó imaginarte regalándote carritos, jugando fútbol y siendo el más popular de toda la escuela. Jamás imaginé que tu destino sería diferente y me costó mucho trabajo comprenderlo. Sí, también tuve un proceso para entender que mi hijo forma parte de la comunidad LGBTIQ+.
Ahora sé que estaba cerrada a prototipos que nos ha marcado la sociedad sobre los diferentes géneros. Impensable ponerle un mameluco rosa a mi hijo varón. Choques generacionales que admirablemente los jóvenes han cambiado, ¿por qué los colores tuvieron ridículamente un género por tanto tiempo?
En fin. Cuando supe que eras hombre me emocionó imaginarte con tu papá corriendo tras un balón, llenar tu cuarto de carritos y juguetes de construcción, porque eso juegan los hombres ¿no? pero el destino tenía una gran lección para mi mente cerrada: mi hijo prefería jugar a servir el té.
Todos lo decían, tus preferencias se notaban desde niño pero a nosotros nos habían enseñado a seguir una línea; si eres hombre harías cosas de hombres y yo como tu madre te enseñaría que así sería. Arrepentida me siento pero trataré de no culparme más porque las madres experimentamos culpa desde el momento en el que sabemos que estamos embarazadas. No pondré más cosas sobre mis hombros y entenderé, como tú con mucho amor me has enseñado, que son temas arraigados de mi generación, educación y entorno.
Cuando ya eras todo un adolescente te notaba distante, callado, diferente, como si algo escondieras. No querías hacer ninguna actividad en la escuela y no te gustaba ir a fiestas. No sabía que mientras tanto estabas viviendo un momento definitivo que regiría el resto de tu vida.
Lo supiste desde siempre, tus preferencias sexuales eran distintas a lo marcado por la sociedad, pero con la educación de tu padre y mía sin querer te estábamos haciendo más complicado el camino. Pero hijo, siempre fuiste un ser valiente, lleno de luz y con un gran corazón. Por años trataste de esconderlo aunque en realidad todos lo sabían desde tiempo atrás.
Finalmente un día me pediste hablar a solas y entre lágrimas, muchas lágrimas, me dijiste que te sentías distinto a los demás y sentías atracción por personas de tu mismo sexo. No voy a mentir, aunque muchos lo sabían y por supuesto que yo ya me había dado cuenta, quedé en shock.
No supe qué decirte, jamás me preparé para este momento, no sabría explicar si sentí alivio, dolor, enojo o amor. Quizá todo en alguna proporción. No pude hacer más que abrazarte fuerte y agradecer entre lágrimas la confianza que me habías tenido.
Me pediste que no dijera nada porque querías encontrar el momento adecuado para decírselo a papá. Respeté tu decisión. Un día mientras veíamos televisión te notaba muy callado y bastante nervioso, aprovechaste un corte comercial, te armaste de valor y le pediste unos minutos de atención a tu papá para abrir tu corazón. Vivió la misma mezcla de sentimientos que yo pero el enojo le ganó un poco más. Se rehusaba a aceptarlo aún cuando de frente lo estabas expresando.
Pasaron semanas muy extrañas entre nosotros, no sabíamos cómo dirigirnos la palabra sin que se sintiera incómodo, pero hijo, jamás dudes que mi amor por ti siempre ha sido y será el más grande y puro desde que supe de tu existencia. Así como tú viviste un proceso para entenderlo hasta armarte de valor y expresarlo al mundo, yo estaba pasándolo ahora.
No me importa lo que diga la gente, en realidad me preocupaba la violencia física y verbal que pudieras pasar por tus preferencias sexuales. No me importa por qué género te sientas atraído pero siempre buscaré tu protección y no quería que te sucediera nada. Tu papá tampoco.
¿Qué hacer para protegerte? ¿Qué debía hacer como mamá? Así como tú viviste un proceso, también nosotros lo pasamos como familia.
Tú me ayudaste mucho, hijo, y agradezco que con todo el amor, así como el amor que yo te tengo, me explicaras con paciencia cómo debo dirigirme hacia ti, hacia el resto de la comunidad, qué es lo que sientes, piensas y cómo debo actuar como mamá.
Poco a poco entendí que aunque fue difícil, el proceso que vivimos tú papá y yo también fue un acto de amor, que aunque al inicio no podíamos aceptarlo o en realidad no entendíamos muy bien, ese cambio de dirección como padres nos hizo una familia mucho más poderosa donde el amor rige nuestro día a día.
Te amo, jamás lo he dejado ni dejaré de hacerlo. Te amo por ser una excelente persona, por tu gran corazón, por tu amabilidad, empatía, valentía y siempre respetar al prójimo. Quizá en algún momento te sentiste presionado por nosotros o que no respetamos lo que tú eres en realidad, te pido una disculpa por ello pero te agradezco que me hiciste ver que tener un hijo de la comunidad LGBTIQ+ es tan valioso como cualquier otro.
Aquí tendrás a tus padres para siempre, dos personas que formamos junto contigo un gran equipo para enfrentar al mundo que puede llegar a ser injusto y cruel; sin embargo, gracias a tus lecciones hemos entendido que tú, toda la comunidad, sus padres aliados como nosotros y las personas que los apoyan, estamos luchando por romper con estas mentes educadas diferente. Nadie tiene la culpa, todos tenemos un pasado y una historia en nuestro entorno que nos han enseñado a pensar y actuar de esa manera.
Esa es la lucha, e hijo, ten por seguro que tu papá y yo estamos para ti con todo nuestro amor, aceptándote tal como eres, orgullosos de tu camino, respetando tu identidad y preferencia sexual, intentando romper prototipos marcados y deseando que en muy poco tiempo se reconozca que ni el amor, ni los colores o juguetes tienen algún tipo de género.
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