Pocos sitios son capaces de transportarme a otro lugar tan fácil o tan convincentemente como Cana me llevó a Nueva York desde el momento que me senté en uno de sus acogedores rincones.
Ubicado en la colonia Juárez, es un bistró sin etiquetas. El vibe del lugar, la decoración, sencilla y de buen gusto, alegre e íntima a la vez, un espacio lleno de buena energía. Básicamente lo podríamos resumir como un ambiente chic y sin pretensiones donde la comida habla por sí misma y es la protagonista.
A pesar de haber abierto sus puertas hace solo un año, Cana cuenta ya con un following importante y una clientela que muchos otros desearían tener.
Qué pedir en Cana
Su menú es ecléctico y variado. Sus ingredientes de altísima calidad y frescura y su elaboración es maravillosa. Puede que te estés preguntando ¿qué pedir?, bueno nosotros. Empezamos con el pan de yuca y ricotta, supimos que nos esperaba algo especial esta noche. Luego, elegimos el camarón azul silvestre sin duda pone a prueba la calidad del producto y como era de esperarse, no decepcionó. La frescura es inmejorable y la preparación simplemente excelente, y aunque no lo creas en Cana te sugieren comerlo con cáscara, y wow el resultado.
Vale recalcar que Fabiola Escobosa, chef de Cana, creció en Mexicali y frecuentaba desde joven las carretas de Ensenada, producto fantástico, preparaciones sencillas y brillantes en el paladar siguen siendo referencia en su cocina.
Un must que tiene que estar en tu selección es el brioche con erizo que estuvo espectacular. ¡Son porciones individuales así que nada de compartir estos! Hay que decir que la elección fue muy difícil de hacer y nos quedamos con ganas del kampachi y del tartar de res, pero no se puede todo siempre.
Seguimos con la ensalada César, un clásico del restaurante, que tiene el aderezo perfecto. Por último no pudimos no pedir la generosa porción de paté de foie gras con comporta de manzana, y pan de masa madre. A decir verdad, el tiempo, la plática con el equipo de Cana quienes estuvieron siempre pendientes de cualquier cosa que necesitáramos, los platos y el vino que los acompañaba, nos ganaron en esta ocasión y nos dejó pendiente regresar para continuar la aventura y para probar el Chicharrón de Kale con Ikura y Créme Fraiche que se veían sumamente tentador. Nos debemos también el arroz meloso con calamar y almejas o el confit de pato.
¡Y qué decir de los vinos! Isabela Freydel se encargó de que el acompañamiento de nuestros platos fuera siempre el ideal. Uno que tienes que pedir sí o sí es el Gogo Wine- ChiaAmami.
El menú de coctelería del CANA es una interpretación elegante de tragos clásicos que integran productores locales de temporada, por ejemplo. La carta de vinos y licores se compone de etiquetas de productores responsables que trabajan bajo principios de bajo impacto y biodinámicos.
Lo que claramente no dejamos pasar fue el postre. Nuevamente un reto importante para poder decidir entre la Pavlova y el Cheescake Vasco pero, lo que nunca imaginé y que fue un descubrimiento fantástico, su Mousse de Chocolate con aceite de oliva. Para los que gusta el chocolate, créanme, tan solo el mousse vale la pena la visita!
Si estás con mood de seguir tu plática, y no quieres que la noche termine pídete un drink, puede ser un clásico Carajillo como hicimos nosotros, que está deli para cerrar con broche de oro.
Durante toda la cena veíamos cómo el restaurante se llenaba y las pocas mesas que se desocupaban volvían a ocuparse rápidamente. La barra, la terraza, el salón del fondo con un ambiente un poco más romántico y separado del salón principal, vibraba con esa alegría que emana de la gente que está pasando un buen rato, conviviendo con propios y extraños mientas disfruta de una gran comida y servicio.
Definitivamente Cana se ha vuelto en un must en CDMX, y es un lugar al que regresaremos a probar el resto de su menú porque nos quedaron muchos pendientes.
Date el tiempo de visitarlos, probar sus platos, sus vinos y drinks, try it now thank us later.
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