Siempre que pensamos en descanso en la playa en resorts u hoteles todo incluido, lo primero que viene a la mente es: confort food. Sí, esos deliciosos chilaquiles, hamburguesas, papas a la francesa, pizza y más. La barra de ensaladas en esos días queda de lado, así como las opciones saludables. Pocos son los restaurantes dentro de los grupos hoteleros que pueden ofrecer una propuesta tan completa como BIO. Un restaurante vegano que ofrece platillos de alta calidad con ingredientes locales, creados por el chef Miguel Bautista.
En BIO todo es una gran experiencia. Desde la llegada al espacio en donde está ubicado, que es en las caletas del hotel y que te dan una privacidad inigualable. De fondo, tienes los colores azules y turquesa del agua que reflejan con el naranja del sol cayendo en la tarde y amenizando, el sonido del agua cayendo desde lo alto de las caletas. Bebida de recepción y de pronto, caminar al interior para sentarte a disfrutar de los platillos en una cueva creada para esta experiencia. La luz de la velas, la música al fondo y la cálida bienvenida te envuelven en una burbuja que se construyendo junto con los platillos.
El Chef Miguel Bautista y Jaime Rodríguez prepararon un menú sublime de inicio a fin que se marida con vinos de las diferentes casas vinícolas de México y un par de extranjeros que hacen un maridaje delicioso. 8 tiempos es lo que te espera en un recorrido por diferentes sabores y sorpresas gastronómicas que hacen de la cena un gran momento para tomarlo con calma y disfrutar.
Gazpacho caribeño de flor de jamaica fresca, hummus de haba, setas con pasta de frijol y berenjena baby glaseada son parte de los primero cuatro tiempos del menú, que van de la mano con vinos naranjas de Casa Madero, un espumoso de La Blanquerie y, mi favorito, Polen de Finca La Carrodilla.
Me tomaré un espacio para hacer una pausa, así como en la salida de los platillos, para hablarles del mole de mamey. A mi parecer el mole es un platillo que refleja México en cada bocado, me encanta y los disfruto mucho cuando lo como; del lado opuesto el mamey es de esos sabores y texturas que simplemente no puedo con él.
Lo he intentado pero nada más no se me da. Luego de ese contexto, debo confesar que ese mole de mamey estaba espectacular, acompañado de un estofado de yaca y cotija de almendra. El maridaje con un Pinot Noir de Joseph Faiveley fue un cerrojazo perfecto a lo que se venía disfrutando en el menú.
Ya con la vara en lo más alto con ese mole, entonces venía mi parte favorita de todas las comidas: el postre. Cuando vi que sería un maridaje con Cosecha tardía de Casa Madero, claro que podía esperar grandes cosas en esos platillos. Y lo fue, tanto el pastel de queso mango y coco con costra de macadamia, almendra, dátil y lima fueron el mejor cierre que podía esperar.
Te das el tiempo de degustarlo, que cada bocado sea una explosión de sabores y que no se termine esa delicia en tu plato. Eso, amenizado con los grillos al fondo y la calma nocturna de la playa, hacen que BIO sea un experiencia de inicio a fin, como lo decía.
No es un menú improvisado, en general la experiencia en BIO te va a sorprender con los sabores y combinaciones de platillos que tienen, no importa si es el menú de degustación o si es el desayuno, la mezcla de ingredientes te obliga a abrir la mente y darte la oportunidad de disfrutar nuevas opciones que pueden convertirse en tus favoritas.
Para conocer más sobre BIO restaurante, puedes dar clic aquí.
Debe estar conectado para enviar un comentario.