Antes de empezar a hablar del nuevo disco de James Blake hay que saber un par de cosas: su carrera siempre ha sido dirigida por una conexión personal palpable y ha pasado de ser un protagonista creativo a un efectivo acompañante. En ocho años dedicados a producir música, su arco profesional ha sido evidente y sus decisiones más recientes no lucen tan descabelladas como se pudiera pensar.
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Durante este tiempo Blake ha pasado de ser un solitario depresivo a un invitado que de triste solo tiene su recuerdo. No sorprende entonces que “Assume Form”, su más reciente producción sea todo lo contrario que solía mostrar. Aquí las letras están llenas de luz y su papel como host no es otro sino complemento a las virtudes de cada una de las personalidades que desfilan por el disco. No importa cuánto se quiera aferrar a las técnicas que lo llevaron a la gloria, su presente no permite que sean tan efectivas como antes.
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Fiel a la realidad –explicada de manera fascinante por Jon Caramanica en el New York Times- las producciones de Blake en “Assume Form” están tan encaminadas al sonido pop contemporáneo que parecen indecisas en su desarrollo. Cuando lo hace solo brilla poco (“In To The Red”) y en la mayoría de las ocasiones no brilla nada (“Are You In Love?” / “Don’t Miss It”). Es un volado que por momentos sale muy mal (“Can’t Belive The Way We Flow”) y por otros solo se acerca a sus mejores momentos (“Lullaby For My Insomniac”).
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De ahí que lo que más resalte en el disco sean sus invitados, desde las producciones de codeína de Metro Boomin hasta los versos letales de Travis Scott y Moses Sumney. Blake es mucho más efectivo cuando se junta con las personas correctas y cuando su papel permanece solo como proveedor. Se escucha mucho mejor cuando la voz de Rosalía brilla sobre todo lo demás y cuando los versos de André 3000 son protagonistas.
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Hay cierto encanto en que James Blake se haya vuelto un accesorio musical para muchos de sus contemporáneos mientras su vida cambiaba por completo. La historia diría que con eso su carrera como solista solo se pondría mucho mejor, pero parece haber sido todo lo contrario. “Assume Form” es un disco que lo reafirma como un ente meramente colaborativo y como un anfitrión a la espera de sus invitados. Mientras haya quien lo acompañe, parece decirnos, todo va a salir como esperamos.