Así será la Inteligencia Artificial en 50 años
Hand pointing at glowing digital brain. Artificial intelligence and future concept. 3D Rendering

Despiertas, vas a la cocina y tus ojos se adaptan a la oscuridad que aún tienes enfrente. Tomas un vaso con agua y después vas al baño, ahí prendes la luz y te ves frente al espejo, pero rápidamente tu reflejo que te mira con sueño se vuelve borroso y aunque de fondo distingues tu silueta, ahora estás frente a un feed de información que sólo tú puedes ver: una serie de gráficas y un avatar que te explica tus signos vitales, tu ciclo de sueño y más.

El futuro nos está alcanzando, hoy ya podemos despertar y ver las estadísticas de nuestro ritmo cardiaco en nuestro smartwatch, pero los expertos en tecnología e inteligencia artificial están seguros que en las próximas cinco décadas los cambios impulsados por esos temas serán tan grandes que apenas somos capaces de dimensionarlos.

La Inteligencia Artificial ya trabaja a nuestro favor. Hemos automatizado procesos, hemos mejorado algoritmos y a veces parece que ya vivimos en una película de ciencia ficción donde nuestro hogar cambia la temperatura de los cuartos donde hay gente, donde las bocinas se activan de acuerdo al movimiento y donde no necesitamos nada más que acercarnos a la puerta de nuestro hogar para que esta quite el seguro de manera automática.

Pensar cinco décadas adelante es difícil, pero hay expertos que se atreven a predecir qué es lo que pasará, o por lo menos eso hicieron Brian Wong, CEO de Kiip, Mahadev Satyanarayanan, profesora universitaria, Dirk Wisselmann, ingeniero de BMW, Paula Boddington, investigadora de la Universidad de Oxford y más durante el Mobile World Congress hace algunos años, pero sus respuestas aún son muy iluminadoras.

Tecnología de proximidad

Por ahora la Inteligencia Artificial es capaz de sostener cosas por su cuenta, tal vez mover algunas más, pero sobre todo, la usamos fuera de nuestro cuerpo, primordialmente en los gadgets que manejamos. Imagina un mundo sin smartphones, no porque sea una distopía donde la tecnología se echa en reversa, sino por que logramos hacer que todo lo que hay en un smartphone y mucho más, esté dentro de nuestro cuerpo.

De esta manera podremos tener chips, robots o más que trabajen para ayudar a nuestros ojos, estómago y a todo nuestro cuerpo, además de brindarnos todo el entretenimiento que necesitamos sin necesidad de agentes externos, todo lo podremos tener conectado al cerebro y será adaptado 100% a la personalidad de cada uno.

Ángeles tecnológicos

Se espera que en esa época, las operaciones básicas, así como las de alto riesgo, serán supervisadas por un “ángel”, o sea, un robot que trabajará en conjunto con un cirujano para lograr una operación perfecta, donde la habilidad humana dicte las reglas y la Inteligencia Artificial se asegure de que todo salga sin ningún problema. Estos ángeles también podrían ayudar a dar mejores diagnósticos médicos y claro, ayudar en un sin fin de otras profesiones.

Movilidad semiautónoma

Actualmente las principales empresas tecnológicas están peleando por hacer el primer auto completamente autónomo, pero los expertos predicen que incluso con la llegada de estos autos, no cambiaremos completamente nuestra manera de manejar, pues después de todo, millones de personas manejan autos por la adrenalina y lo hacen todo un estilo de vida.

Esto puede abrir la posibilidad de que haya carreteras o avenidas completamente automatizadas y donde un accidente sea algo casi imposible y otras donde la gente aún pueda rodar manejando una máquina que será mucho más segura de lo que conocemos actualmente.

¿Dominio mundial?

Desde el inicio de la revolución industrial hemos temido por el día en que las máquinas terminen por controlarnos a nosotros y aunque hay puntos bastante importantes que no debemos dejar pasar, parece que los expertos ven un futuro más prometedor, donde en lugar de sucumbir ante la IA, logremos hacer que trabaje para mejorar nuestras vidas, teniéndola como una compañera y colaboradora y no una máquina implacable que busque nuestra destrucción.