“¡Hay que salir!” Te dice por cuarta o quinta vez en el año ese amix que no ves desde hace un año. Desafortunadamente sabes que, al igual que las otras veces, sus calendarios no se acomodarán y volverán a decir que tal vez el siguiente mes. ¿Cómo fue que llegaron a esto? De verse todos los días, a limitarse a un mensaje en Navidad y tal vez una reunión dos veces al año. Las amistades en la adultez son mucho más difíciles de lo que pensamos y evolucionan al igual que nuestra vida.
Las amistades son relaciones únicas, porque, contrario a las relaciones familiares, nosotros decidimos entrar en la relación. Además, son indispensables y un beneficio para nuestra salud mental y no tienen una estructura o “pasos” a seguir, como las relaciones románticas, permitiendo que se moldeen y la relación tenga la forma que deseemos.
Desafortunadamente, su naturaleza voluntaria hace más susceptibles a las relaciones de amistad, pues son relegadas por las nuevas prioridades que trae la vida adulta. Si tienes una pareja formal, primero irá tu pareja y después tus amigos. Ese orden cambiará de nuevo si decides tener hijos o cuidar de tus padres, donde tus amistades quedarán como última prioridad.
Pero es totalmente comprensible, todos somos humanos. Crecemos y nuestras prioridades cambian. El irte del lugar de donde creciste o estudiaste afecta tus amistades, pero no puedes detenerte, pues tu crecimiento personal viene de esos movimientos, además de que los buenos amigos siempre te dirán que aproveches esas oportunidades de crecimiento y cambio, por más que eso implique debilitar la relación.
Las expectativas que tenemos sobre la amistad siempre son confrontadas por la realidad, nuestras responsabilidades adultas abarcan todos nuestros días -y noches- y reunirte con tus amigos parece imposible. En nuestra adultez sentimos que debemos ser más amables con nuestros amigos, que ya no podemos pedirles tiempo de sus días, pues sabemos lo cansado que es para nosotros mismos. Pero lo que hace a las amistades frágiles en la adultez, también las hace flexibles. Si tenemos expectativas más relajadas de los otros, reconociendo que son tan humanos y que tienen tantos límites como nosotros, podremos llevar una relación más sana y disfrutar más los ocasionales encuentros.
Cómo mantener las amistades en la adultez
Para mantener una amistad, se sugiere que sea algo equitativo: dar tanto como obtienes. Tener palabras clave y chistes locales. Los amigos no necesitan comunicación profunda constante, mandarse videos de tik tok y reels es comunicarse sin palabras “pensé en ti, por eso te lo envío”. Sin embargo, es importante no sólo quedarse en lo digital, un mensaje o un texto. Si está en tus posibilidades, y aunque intenten acomodar sus calendarios y no puedan varias veces, empeñarse en verse al menos una vez al año.
De acuerdo con Julie Beck, creadora de The Friendship Files, quien realizó 100 entrevistas a distintos amigos sobre su amistad, los seis pilares para mantener – y hacer- una amistad son:
- Acumulación: contacto inicial constante con tu amigo o amiga.
- Atención: prestar atención a los lugares donde podrías hacer más amigos.
- Intención: es importante ser vulnerable, valiente y permitirte que las cosas tomen su curso natural, sin presiones.
- Rituales: “citas constantes”, chistes locales, prestar atención a tus amistades para saber más sobre ellos y crear algo juntos que sea suyo.
- Imaginación: para cambiar las normas en las que está restringida la amistad, para que la amistad sea tan parte de tu vida como tú lo desees.
- Perdón: porque no todos los pilares pueden ser sostenidos. Porque el otro es tan humano como tú.
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