La actuación de método (también conocida como “El método”) se ha hecho popular en los últimos años por ser parte del proceso de grandes actuaciones, muchas veces exageradas y en ocasiones peligrosas.
El método se ha transformado mucho desde sus orígenes a finales del siglo XIX en Rusia y ahora vemos su mayor influencia en los actores más grandes e importantes de Estados Unidos. De hecho, cuando un actor recurre al método, siempre es en un gran drama que lo lleva a ser nominado o incluso ganar el Oscar a mejor actuación.
En los últimos años hemos visto actores como Benedict Cumberbatch, que rehusó que lavaran sus ropas en el set de The Power of the Dog para entrar en papel o Jared Leto, quien recurrió al método para transformarse en Joker en la película Suicide Squad y que llegó a enviar ratas y juguetes sexuales a sus compañeros como parte de su proceso (sin importar que su papel fuera secundario y criticado por ser bastante mediocre).
El método ha servido para que los actores tengan grandes anécdotas, como el caso de Daniel Day-Lewis, quien tal vez no ha sufrido cambios drásticos en su físico, pero sí se ha ido a un extremo psicológico. Para The Unbearable Lightness of Being el actor aprendió a hablar checo, idioma donde transcurre la cinta, a pesar de que todo su papel fue en inglés y en Last of the Mohicans aprendió a desollar animales.
En los últimos años Leonardo DiCaprio ha dado mucho de qué hablar al transformarse por completo para sus películas, sobre todo en The Revenant, donde comió hígado crudo de bisonte (a pesar de que es vegetariano) y adoptó posturas erráticas durante la filmación. Lo curioso es que muchos de estos actores: Leto, DiCaprio, Day-Lewis y más, lo han hecho para “acreditar” su profesión, intentando demostrar que la actuación es un arte que requiere de algo más que de ser atractivo y recitar líneas escritas por otras personas.
Incluso se ha cuestionado el por qué son tantos hombres y no mujeres las que lo han hecho. Claro, hay mucha evidencia como el caso de Margot Robbie que se provocó una hernia por su trabajo físico en I, Tonya, o Charlize Theron, que aumentó 22 kilos y se afeitó las cejas para la cinta Monster que le daría el premio de la academia, sin embargo, el poder masculino en Hollywood le da una ventaja a los hombres para cambiar a su parecer mientras que limita a las mujeres, quienes incluso siguen luchando por ganar lo mismo que sus compañeros de escena.
Es por eso que Christian Bale tiene la facilidad para bajar 55 kilos para una película, solo para después recuperar su peso y ganarlo en músculo para interpretar a Batman en toda una trilogía, que Jared Leto ganó 30 kilos para Chapter 27 y se transformó hasta verse irreconocible en House of Gucci o Matthew McConaughey que también perdió casi 20 kilos para Dallas Buyers Club.
El privilegio que tienen en Hollywood, mezclado con la necesidad de demostrar que su oficio va más allá de la simple actuación han permitido que sean hombres blancos los que suelen permitirse estos cambios, que irónicamente son en los que más se fija la gente al entregar premios. Incluso actores británicos como Brian Cox han dicho que la actuación de método es una “enfermedad” muy estadounidense y Anthony Hopkins no tiene problema para entrar de lleno en su papel cuando gritan acción y salir de él después de que dicen “corte”. Ambos son dos de los mejores actores en la actualidad.
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