Washington, DC debería estar marcada en el pasaporte de todo viajero, no solo porque tiene una oferta extensa entre cultura, entretenimiento, gastronomía y shopping, sino por la singular belleza de la ciudad, su importancia en el mapa político del país, y el buen sabor de boca que queda al caminarla. Tuve la oportunidad de visitar esta ciudad durante cinco días (de lunes a viernes) y este es mi lista de recomendaciones para tener itinerario lleno y una experiencia 360.
Cómo llegar a Washington, DC
Primero, lo importante: el acceso desde CDMX. Probé la nueva ruta de Aeromexico a dicha ciudad y creo que es una gran decisión: en menos de 4 horas ya estábamos aterrizando en el Aeropuerto Internacional Washington Dulles, que es la terminal destinada a los vuelos procedentes del extranjero. Dicha ruta tiene una frecuencia diaria, a las 8:00 hrs, perfecta para llegar por la tarde. Y ya una vez ahí, desde el aeropuerto hasta la ciudad, a unos 40 kilómetros de distancia, puede accederse por Metro o servicios de taxi.
Dónde hospedarse
Washington, DC ofrece varias opciones de alojamiento: desde los hoteles boutique hasta los hospedajes de gran tradición histórica. Yo estuve las cuatro noches en The Dupont Circle Hotel, una opción con una llave MICHELIN, lo que significa una estancia muy especial. Y ciertamente lo es: el interior tiene un diseño moderno, las habitaciones son cómodas y con vistas panorámicas a la ciudad. Además, el restaurante (Pembroke, recomendado en la Guía MICHELIN de la ciudad) y el bar (Doyle, de diseño inspirado en los 50s), complementan la estancia.
A esto se suma la ubicación: uno de los barrios más céntricos (del mismo nombre), que concentra cafeterías, restaurantes y galerías. De hecho, no es extraño ver a varias personas recorriendo sus calles y varias de ellas dirigirse a la fuente de Dupont Circle, un parque de glorieta que invita a leer, pasar la tarde o armar una plática al aire libre.
Día uno
Una vez hospedado, entonces sí puede comenzar la travesía. Para este momento del primer día, es probable que solo haya ánimos para dar una vuelta rápida en los alrededores y más tarde ir a cenar. Mi elección fue Pascual, un verdadero hotspot al que todos quieren ir para probar el menú de la chef mexicana Isabel Coss, nombrada en 2023 Best New Chef por Food & Wine. Coss cuenta con una larga experiencia, primero en postres en la cocina de Pujol, luego en el restaurante de inspiración danesa Agern (que se ubicaba en Nueva York), después en Cosme (también en NY) y finalmente llegó a Washington, DC para unirse a Lutèce.
Con este camino recorrido, uno entiende la calidad de lo que prueba en Pascal. Su carta cambia según los ingredientes de temporada, pero hay una clara influencia mexicana en platos que se han reversionado para la ciudad. Mis favoritos fueron la barbacoa de cuello de cordero, la tetela de langosta y una tlayuda con pipián verde. Sin embargo, la recomendación es pedir de todo un poco para probar lo más que se pueda.
Los postres merecen una mención aparte, así que hay que guardar espacio para pedir al menos el buñuelo, acompañado con cajeta y chocolate para sumergirlo, y el pastel de tres leches. Este festín se acompaña muy bien con la amplia selección de drinks, desde la clásica margarita hasta tequilas, mezcales, raicilla y cervezas artesanales.
Día dos
El día estuvo destinado a uno de los sitios más emblemáticos de la ciudad: el National Mall, una zona de más de 400 hectáreas de áreas verdes donde se ubican estructuras históricas, parques y monumentos que honran la historia de Estados Unidos. El Mall, concebido primero como una calle arbolada que no se concluyó, va desde el edificio del Capitolio a la Casa Blanca. En este perímetro encuentras unas 80 estructuras históricas como los monumentos a los presidentes de Estados Unidos, Thomas Jefferson, Abraham Lincoln y George Washington; memoriales a las Guerras Mundiales, y a los soldados que pelearon en Vietnam o Corea.
La recomendación es hacer el trayecto en un tour (yo lo hice en autobús con Guided Tours), pues además de contar con la guía para conocer puntos estratégicos y un poco de historia del país, ahorrarás tiempo en distancias. Justo así gané algunas horas y pude hacer el siguiente recorrido: el interior del Capitolio. Aquí el primer tip es agendar un tour en línea para seleccionar hora de preferencia y evitar filas. Luego, vale la pena pasar a la cafetería del edifico: un espacio con opciones de comida de varias partes del mundo que refuerzan el enfoque multicultural del sitio.
Dentro del histórico edificio completado en el siglo XIX es posible apreciar la parte interna de la cúpula, conocer la conformación de la Cámara de Representantes y el Senado, y recorrer algunas zonas como la sala en la que se han realizado funerales públicos de importantes personajes como los expresidentes del país.
Para terminar los tours de este día, caminé solo unos metros desde el Capitolio hasta el Jardín Botánico, uno de los más antiguos del país (1820), en el que se exhiben especies de diversas regiones de América del Norte. El acceso es gratis, y permite apreciar este museo de vegetación viviente que ninguna persona amante de las plantas puede perderse.
Finalmente, la cena se hizo en L’Ardente, un espacio de cocina italiana que refleja en todo su concepto los contrastes y esencia de aquel país europeo. La carta es extensa, y va desde unos ravioles de pato que recomiendo para empezar, hasta la joya de la casa: lasagna de 40 capas. Entre estos dos tiempos, nadie puede negarse a una pizza, así que súmala a tu orden. Y ya en el cierre dulce, los postres incluyen panacota y tiramisú, dos clásicos que no pueden faltar en una mesa italiana. Si quieres otro motivo para visitar este spot, se encuentra incluido en la Guía MICHELIN de la ciudad.
Día tres
A mitad de semana me dirigí a Georgetown, la zona que antecedió el establecimiento de la ciudad de Washington, DC. Lo que fue un pueblo fundado hacia 1750, es hoy un barrio que guarda historia y una efervescente vida entre restaurantes, tiendas y hoteles. Aquí debes tomar un tour que te lleve a los puntos clave (mi recomendación es DC by Foot): el canal que une esta ciudad con Maryland, la casa de piedra más antigua de Washington, el lugar donde vivió la conocida chef estadounidense Julia Child e incluso los sitios donde habitó John F. Kennedy en su soltería y Jackie Kennedy (de esa casa salió el día de la investidura de su esposo en 1961).
Georgetown también es una oportunidad para ver arquitectura de la época victoriana y algunos inmuebles verdaderamente hermosos, como el de la Universidad de Georgetown, que es la institución de educación superior católica y jesuita más antigua de Estados Unidos (fundada en 1821). Además, los cinéfilos podrán encontrar spots donde se grabaron cintas memorables, como El exorcista.
Luego del tour, es hora del shopping, y en esta zona se encuentran desde tiendas populares como H&M hasta otras de corte local y más exclusivas dedicadas lo mismo al hogar que incluso a la papelería. Y para comer, Farmer Fisher Bakers, un spot que trabaja con agricultores y productores locales para obtener los ingredientes con los que se preparan sus diversos alimentos. De hecho, todo lo que sirven, incluidas las bebidas, se hace en sus propias instalaciones para garantizar los procesos naturales y totalmente de temporada que además beneficien a las familias estadounidenses que los produjeron.
Por último, el día puede cerrarse con algo de entretenimiento. La opción que escogí fue un partido de beisbol entre los National y los Mets de NY. La experiencia vale la pena incluso para aquellos que no son fanáticos de este deporte, pues comienza por la llegada al estadio, en un barrio activo y lleno de spots que cualquier amante de la cerveza querrá visitar. Y se continúa con toda la oferta en el propio partido: desde comida para disfrutar el juego a una tradicional carrera de botargas con la figura de cuatro presidentes (Washington, Jefferson, Lincoln y Roosvelt) que se hace en el campo en la cuarta entrada.
Día cuatro
Este día estuvo dedicado a dos museos del Smithsonian Institution, el complejo que reúne 17 centros de cultura, galerías y un zoológico. La oferta es tan amplia como los intereses personales: orígenes del hombre, historia del arte, historia afroamericana y hasta arte asiático. Para esta ocasión solo hice dos visitas para poder terminarlas con el debido tiempo, además, creo que son las opciones idóneas para una primera visita a la ciudad: el Museo Nacional de Historia Americana y el Museo Nacional del Aire y el Espacio.
En el primero de ellos puede verse la configuración de Estados Unidos como país independiente y algunos episodios importantes de su historia, como la Guerra Civil o la Segunda Guerra Mundial. Además, hay varias salas dedicadas a los aportes contemporáneos en todas las industrias, y sin duda una que recomiendo ampliamente es el área de entretenimiento, en donde hay piezas de la cultura pop como los zapatos de Dorothy de la cinta El Mago de Oz. También es un must detenerse en la sala dedicada a los expresidentes y a las primeras damas, más para aquellos que quieren ver los vestidos originales que han usado en la fiesta de toma de protesta.
En cuanto al segundo museo, los fanáticos de los aviones, el aire y hasta el universo podrán pasar horas recorriéndolo. Algo que sorprende a todos es ver el Espíritu de San Luis (el primer avión que hizo un vuelo sin escalas de NY a París), el módulo del Apolo 11 y hasta el traje de Neil Armstrong en aquella misión de julio de 1969. Entre estas piezas históricas, además es posible aprender de las misiones a Marte, explorar el sistema solar y las potentes máquinas de vuelo modernas que surcan el cielo.
En cuanto a spot para comer, este día visité Street Pizza, del chef Gordon Ramsay, ganador de múltiples estrellas MICHELIN. El lugar es la idea perfecta para los amantes de los deportes y la nostalgia de los videojuegos: puedes jugar clásicos como Pac-Man o Mario Bros en las máquinas de los 80s, ver un partido en las múltiples televisiones, jugar billar o practicar algunos tiros de canasta. Todo se acompaña con pizza (que se define ‘sin reglas’), cervezas y postres que recuerdan a las fuentes de sodas.
Como dato extra, este día de mi visita coincidió con la celebración del 4 de julio. La experiencia vale totalmente la pena para disfrutar de un espectáculo de pirotecnia de casi media hora con el monumento a George Washington de fondo. Puedes hacer coincidir tu viaje con esta fecha para vivir esta noche especial para los estadounidenses.
Día cinco
El último día de este viaje estuvo dedicado a U Street, la zona de la ciudad con un importante legado de la cultura afroamericana y la escena musical. De hecho, aquí se encuentra el Teatro Howard, inaugurado en 1910 y piedra angular para el desarrollo de la música afroamericana. En su escenario se presentó lo mismo Duke Ellington, Ella Fitzgerald, Louis Armstrong o Aretha Franklin, y en su momento fue considerado el teatro para esta comunidad más grande del mundo.
Mientras se camina por esta zona (que recomiendo hacerlo con la guía de DC by Foot) pueden descubrirse vibrantes murales que ilustran a personajes destacados de la música, y el legado de la comunidad afroamericana en la zona que usó el barrio para expresar su cultura ante la ola de segregación presente en el país en las primeras décadas del siglo pasado.
Hoy, además abundan tiendas, cafeterías, restaurantes (varios de comida etíope) y bares que se están volviendo referentes para ver y dejarse ver. Antes de partir de este bullicioso barrio, hubo una escala para comer en Ben’s Chili Bowl, el tradicional lugar que abrió en 1958 y ofrece la característica salchicha medio ahumada. La mayor prueba de su fama es el muro con fotos personalidades que lo han visitado, como Bono o el propio Obama solo unos días antes de tomar posesión como presidente en 2009.
Este sitio fue el lugar de despedida para mi travesía de cinco días por Washington, DC. Sin duda, esta ciudad exige una segunda parte para seguir descubriendo sus rincones de arte, la buena comida y el ambiente que la hacen única.
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