Se puede decir que no hay alguien que no conozca a Justin Timberlake hoy en día. No importa si es en su recuerdo más conmovedor como parte de N*Sync, en la pantalla grande con las películas que ha protagonizado, en su vida amorosa que está lejos de ser un secreto o en su escenificación del hombre blanco contemporáneo perfecto. Todos saben quién es, pero pocos realmente se toman el tiempo de escuchar más allá de una canción de su repertorio.
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Es completamente natural. Como superestrella del pop, su música está diseñada para las masas y para que éstas revienten las ventas a través de un par de sencillos en distribución global. Sin embargo al explorar su discografía se esconden varios tesoros que vale la pena desempolvar, sobretodo ahora que su carrera musical está más latente que nunca: con un nuevo disco bajo el brazo y una presentación en el Superbowl agendada para el próximo mes.
Un buen punto de partida es “The 20/20 Experience”, un disco que, como el que está a punto de lanzar, apareció después de un largo tiempo (siete años) de descanso por parte de su creador. Es –con su ‘parte 2’ incluida– el último disco que Timberlake dejó al mundo antes de lo que ofrece en este 2017 y, también, lo mejor que ha hecho en toda su carrera musical hasta hoy.
Además de ser un espectacular regreso a sus mejores momentos, “The 20/20 Experience” es la consolidación de su matrimonio con Timbaland, su productor de cabecera. Si antes era un perfecto mentor, entonces aquí se convierte en el apéndice imprescindible para que todo funcione a la perfección.
Todo en el disco es una mezcla de los géneros que saben dominar (del pop más clásico al R&B más hipnótico) y un desfile de talentos: desde las larguísimas pistas que no tienen desperdicio hasta la habilidad de Timberlake por brindarles una personalidad única en su tipo. Cada canción podría ser un hit instantáneo, si se les escucha con la atención necesaria.
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Aquí se muestra un Justin Timberlake lleno de entusiasmo, distinto al resto de lo que había hecho y justificado a la perfección con su reciente matrimonio de aquel entonces. Es un disco que celebra la felicidad, el romance, el erotismo y que, al mismo tiempo, le dio la credibilidad necesaria a su creador para asumirse como la superestrella que es. Si en este año Justin decepciona al mundo entero, siempre podremos regresar a este disco para recordarlo como lo que siempre quiso ser.
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