Aunque la música pop la dividimos (o solíamos hacerlo) en géneros, los bloques temporales también sirven para notar su evolución. En general, encasillamos la música en la década en que se desarrollaron. Así tenemos el rock en los años sesenta y setenta y el disco en los ochenta, pero también es fácil desmitificar que eso era lo único que sonaba en esa época.
Un ejemplo perfecto son los noventa, definidos por muchos como la década del rock alternativo y más específico del grunge, pero la realidad va mucho más allá y no hay mejor lugar que demostrarlo que con el año que cambió la música para siempre (por lo menos en las últimas tres décadas que han seguido), 1991.
El inicio de los noventa fue de un gran tumulto a nivel global. Tras la caída del muro de Berlín, la Unión Soviética finalmente llegó a su fin en diciembre de ese año y el neoliberlalismo se convirtió en la única verdad en prácticamente todo el mundo. Todos estos cambios tal vez no se mencionan en la música popular del momento, pero sin duda fueron parte importante del cambio en la música.
1991 fue el año en que más de una década de rock alternativo y post punk llegaron a oídos de todo el mundo. Lo que se gestó en los ochenta finalmente explotó de manera comercial en 1991. Massive Attack lanzó el aclamado Blue Lines, My Bloody Valentine redefinió el shoegaze con Loveless, Primal Scream creó el ahora clásico y trascendental Screamadelica y muchos más bandas lanzaron discos que fueron esenciales durante los siguientes año y que hoy suponen parte de la formación de muchos músicos jóvenes que están haciendo música.
Sin embargo, es imposible hablar de los discos de 1991 y no mencionar Nevermind de Nirvana, un disco tan importante que Rolling Stone lo considera el sexto disco más importante de la historia. Nevermind encapsula una parte del sentimiento que los jóvenes vivían en esa época y se convirtió en un eco que ha perdurado hasta el día de hoy.
Aunque Nirvana podría ser considerado el punto cumbre de 1991, es importante recordar algo que no siempre se menciona y es que en 1991 Billboard, gatekeeper del éxito comercial en la música, cambió su manera de operar. Antes de 1991 la empresa contactaba a las disqueras, estaciones de radio, tiendas de discos y más para preguntar qué era lo que más se vendía, escuchaba y solicitaba. A partir de ahí se generaba un consenso y se publicaba la lista de lo más “exitoso”. El problema radicaba en que muchas veces no se les decía la verdad, pues si una tienda de discos tenía exceso de discos de un artista, posiblemente mentirían diciendo que estaba vendiéndose como pan caliente para que subiera en la lista y entonces ahora la gente sí lo buscara.
De acuerdo a Derek Thompson de The Atlantic:
Primero, Nielsen puso fin a la farsa de las tiendas de discos al lanzar SoundScan, que utilizaba datos de puntos de venta de las cajas registradoras de las tiendas. Finalmente, Nielsen tenía información oportuna sobre qué álbumes se estaban vendiendo realmente. Casi al mismo tiempo, Billboard pasó de confiar en los autoinformes de las estaciones de radio a monitorear la reproducción al aire a través de un tercero. La lista Hot 100 cambió de un documento político a un registro estadístico, siguiendo honestamente las canciones que los estadounidenses realmente estaban comprando y escuchando.
En unas pocas semanas, N.W.A. reemplazó a R.E.M. en las listas. El intercambio de acrónimos —salir con rock suave, entrar con hip-hop— fue un presagio. A principios de la década de 1990, el género “hip-hop / rap” explotó para convertirse, con mucho, en el género de música más común en las listas de Billboard Hot 100 durante dos décadas.
Este cambio trascendental puso bajo los reflectores a un género marginalizado. El nacimiento del hip-hop en 1977 lo llevó a popularizarse en la década siguiente, pero fue hasta 1991 que la farsa de que el rock era el género más querido (y el que más vendía) se terminó. Desde entonces la comunidad afroamericana ha demostrado que en la industria musical de su país no sólo son pioneros, sino los verdaderos maestros en el arte de las ventas.
1991 cambió la historia de la música y desde entonces nada ha vuelto a ser igual.